EL MAHABHARATA Y EL RAMAYANA
por Arthur L. Basham*
(Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo de la UNESCO, Diciembre de 1967, año XX)
La vida religiosa y cultural de todo el subcontinente indio
y de buena parte del resto de Asia se ha visto profundamente influenciada por
los dos grandes poemas épicos del hinduismo, el Mahabharata y el Ramayana. Aun
dejando de lado sus méritos propiamente literarios, grandes sean cuales sean
los criterios adoptados, ambos figuran entre las obras poéticas más importantes
del mundo.
De los dos, el Mahabharata es esencialmente el más antiguo,
por provenir su tema central del período oscuro que siguió a la composición del
Rig Veda, el primer gran texto literario de la India. Varios nombres de
príncipes, sabios y sacerdotes mencionados en él se encuentran también en
escritos que datan del fin del período védico, y el tema del poema ha podido
desarrollarse en torno a la tradición de una gran batalla que se supone tuvo
lugar en el año 900 antes de J.C. Pero con el curso de los siglos la historia
relatada en el poema se ha estirado y rellenado en tal forma con la
Introducción de nuevos episodios y nuevos personajes, que ya no es posible
definir el nudo histórico central.
Hay razones incluso para creer que Krishna, el héroe divino,
de papel tan descollante en la historia tal como la conocemos actualmente,
constituye un agregado y no existía en la tradición marcial que dio origen al
poema. Según referencias halladas en otros textos sánscritos, parece que el
argumento de la epopeya, en forma poco diferente de la que ha llegado hasta
nosotros, era cosa corriente en el norte de la India uno o dos siglos antes de
la era cristiana y quizá hasta cuatro siglos antes.
El argumento es complicado. Como las historias griegas de la
guerra de Troya origen de La Ilíada y como el ciclo de mitos y leyendas germánicas
cristalizadas en el Canto de los Nibelungos, el poema indio cuenta una querella
violenta que se ha transformado en guerra de exterminación. Los cinco hijos de
Panda se ven injustamente despojados por sus malvados primos, los Kaurava, del
reino ancestral que debían heredar, y sólo lo recuperan luego de una espantosa
batalla en la que mueren violentamente todos sus enemigos y casi todos sus
amigos.
Las partes narrativas del poema evocan una época heroica en
que las virtudes viriles: arrojo, lealtad, franqueza, se aprecian por sobre
todas las demás. Buenos o malos, los héroes no dejan nunca de responder a un
desafío, sea que se los rete a un combate, a un torneo de destreza o a un juego
de azar; es raro que los personajes principales den muestras de cobardía. La
atmósfera del principal relato del poema es la de una sociedad que acaba de
superar la etapa de la organización tribal y en la que la lealtad del individuo
hacia su jefe y demás miembros de la tribu constituye una cualidad
indispensable.
Pero tal como ha llegado hasta nosotros, el Mahabharata es
más que el relato poético de una guerra legendaria. Las interpolaciones de toda
índole, agregadas evidentemente mucho después de la composición del relato
original, reverberan en él a lo largo de todo su curso: la más extensa es el
Chanti Parvan, el duodécimo de los dieciocho cantos que componen el poema y no
por cierto el más corto de ellos. La larga agonía de Bishma, consejero de los
Kaurava herido en la batalla, sirve de pretexto en este canto a una larga serie
de pasajes didácticos sobre numerosos temas de política, moral y religión. En
la misma forma el personaje de Yudichtira, el mayor de los cinco héroes jugador
apasionado pero poco diestro, cuyo vicio arrastra a él y sus hermanos al
destierro sirve de pretexto a la inclusión de la larga historia del rey Nala,
también poseído por el demonio del juego, que lo ha hecho perder a los dados su
mujer y su reino, cosas que recupera luego de numerosas aventuras. Esta
intercalación, redactada en versos fáciles y fluidos, constituye con frecuencia
para el estudiante su iniciación a la literatura sánscrita en el texto
original. Todo su estilo y su contenido parecen indicar que es por lo menos tan
antigua como el tema principal de la obra y que, en consecuencia, se remonta a
los tiempos de los pequeños reinos semitribales, anteriores a la época de Buda.
La interpolación más importante del Mahabharata es,
indiscutiblemente, el Bhagavad Gita, largo poema religioso que, de todos los
textos sánscritos, es el que mayor influencia ha tenido sobre el hinduismo
moderno, y el más conocido fuera de la India, pues se lo ha traducido a varios
idiomas, leyéndolo millones de personas que no llegaron a conocer ningún otro trozo
del poema original. Justo antes de comenzar la gran batalla, dan pretexto a su
inclusión en el conjunto las dudas que Arjuna, el segundo de los cinco héroes,
tiene sobre la legitimidad de un combate en que ha de salir al encuentro de su
propia familia y de sus amigos.
Krishna, mentor de Arjuna, fortalece su resolución por medio
de ese largo poema religioso, revelándose así como una encarnación del gran
dios Vishnú. Las otras historias intercaladas son más breves y comprenden, por
ejemplo, la bella y célebre leyenda de Savitri, la fiel esposa que salva a su
marido de manos de la muerte; la historia de Rama, breve resumen del Ramayana,
y la de Sakuntala, en una versión bastante diferente de la que constituye el
tema del célebre drama de Kalidasa.
Estas numerosas interpolaciones narrativas o didácticas
parecen haber sido incorporadas al texto del Mahabharata por diversos copistas
en el curso de los cinco siglos que separan el imperio mauria del imperio
gupta, es decir, entre el 200 antes de J.C. y el 300 de nuestra era. Hacia el
año 500 de la era cristiana el poema existía en su totalidad con una forma similar
a la actual. La fecha en que se lo consideró concluido definitivamente puede
determinarse por la lista de tribus y pueblos que se mencionan aquí y allá en
el curso del texto. En esa lista figuran los hunos (heftalíes o blancos) que
los indios no pudieron haber conocido antes del año 400, en que se establecen
en Bactriana; pero no hablan de otras hordas o tribus como la de los gurjaras,
que aparecen a partir del siglo VI.
Aun después de haber quedado fijado el texto en su forma
canónica, los manuscritos sufrieron numerosas modificaciones e interpolaciones
menores, y se ha podido identificar tres tradiciones principales del texto del
Mahabharata. La magnífica edición del Instituto Bandarkar de Puna, que se
dedica a los estudios orientales, nos proporciona ahora, luego de cuarenta años
de trabajo riguroso por parte de muchos especialistas, un texto auténtico del
poema, tal como existía a fines del período gupta.
Como consecuencia de todos esos agregados de que ha sido
objeto, el Mahabharata es mucho más que un relato en verso, aun cuando sea
posible aislarlo de sus numerosas interpolaciones y presentarlo exclusivamente
como poema heroico. Es el poema más largo del mundo, ya que cuenta cerca de 100.000
dísticos de 32 sílabas cada uno por lo menos, y se lo ha calificado con toda
justicia de enciclopedia del hinduismo en sus comienzos. El Mahabharata trata
casi todos los aspectos de la vida religiosa, política y social de la India de
esa época, y en general lo hace desde el punto de vista del brahmán ortodoxo.
Contiene asimismo numerosos elementos didácticos que han servido de base a los
darmasastras, conjuntos de leyes y preceptos, y los puranas, largos poemas
sobre los mitos, leyendas y prácticas religiosos compuestos a partir del
período gupta. Así, aun cuando el relato no tenga valor histórico, el poema presenta
un Interés innegable para el historiador.
La abundancia de agregados didácticos, que ha estirado el
poema hasta hacerlo tan difícilmente manejable, ha hecho que disminuya un tanto
su popularidad. Pero los hindúes de todas las clases sociales conocen el relato
principal, e inspirándose en sus episodios, una serie de autores más cercanos a
nuestra época han compuesto tanto en sánscrito como en las lenguas modernas de
la India numerosos poemas, obras teatrales y cuentos en prosa. En los diversos
idiomas de la India y del sud-este asiático existen versiones resumidas del
Mahabharata en las que se omite gran parte de los relatos intercalados, y en el
wayang, el teatro de sombras chinescas de Indonesia, sigue gozando de gran
popularidad la historia de los cinco héroes, considerablemente modificada para
adaptarse a los gustos y tradiciones locales. Pero aparte de los pandits
hindúes y los estudiantes serios del hinduismo, son raros los que han leído el
Mahabharata en su totalidad, aun en una traducción; y en la forma en que lo
conocemos actualmente, el poema no podrá transformarse nunca en un «clásico
popular». En la India, sin embargo, ha constituido desde hace tiempo una mina
preciosa de material para los autores menos imaginativos, y lo sigue siendo
hasta el día de hoy.
(Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo
de la UNESCO, Diciembre de 1967, año XX)
*ARTHUR L. BASHAM da cursos sobre las civilizaciones asiáticas en la Universidad australiana de Canberra. Basham ha dado ciclos de conferencias sobre la historia de la India en la Universidad de Londres, donde ha enseñado luego la historia del Asia del Sur; y este año ha tenido a su cargo un curso sobre estas materias en la Universidad de Pennsylvania. Entre sus numerosas obras sobre la historia y la civilización de la India cuéntense:
-The Wonder that Was India (Sidgwick and Jackson, Londres, 1954);
-Studies in Indian History and Culture (Sambochl Publications, Calcutta, 1964)
-Aspects of Ancient Indian Culture (Asia Publishing House. Bombay, 1966).
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