Un día que estaba de caza, encontró el rey a orillas del río
a la mujer más hermosa que él hubiera visto, y se enamoró de inmediato. Se
llamaba Satyavati y era la hija de un pescador. El rey no dudó un instante en
ir a buscar al pescador para pedir en matrimonio a su hija. Cuando le expresó
su deseo al hombre, este le dijo que estaría complacido de entregarle a su hija
siempre y cuando le prometiera solemnemente que el hijo que tuvieran sería rey.
Como Santanu ya había nombrado como heredero al trono a
Devavrata, y no obstante el inmenso amor que le inspiraba la joven, se negó a
prometer lo que pedía el padre de la dama. Entonces se despidió del pescador
con el alma hecha pedazos.
Al volver a su palacio, los días subsiguientes el rey
Santanu fue cayendo en la melancolía y de pronto ya no era el que solía ser,
pues la pena de amor lo estaba consumiendo. Estos síntomas no pasaron
inadvertidos para nadie y mucho menos para su hijo Devavrata, que lo amaba con
devoción.
Entonces Devavrata buscó al cochero de su padre, pues sabía
que era quien lo acompañaba a todas partes y que además escuchaba las cuitas
que el rey le contaba en secreto. El cochero, sabiendo que el monarca se estaba
muriendo de amor y no queriendo que eso sucediera, rompió el voto de secreto
que guardaba para con el rey y contó a Devavrata lo sucedido con Satyavati, la
hija del pescador.
Sin pérdida de tiempo, Devavrata fue a buscar al pescador y
su hija. El pescador le dijo que sabía muy bien que él, Devavrata, era el
heredero al trono, y que entendía muy bien que por esa razón el rey Santanu no había
aceptado el trato ofrecido. Pero como Devavrata amaba de verdad a su padre y no
quería verlo sufrir un día más, sin más trámite le dijo al pescador que en ese
momento renunciaba al trono y que le pedía formalmente a Satyavati para
llevarla a su padre.
Pero el pescador era codicioso y le respondió que no
aceptaba así nomás esa promesa, ¿porque quién le garantizaba que un hijo de
Devavrata, o sea un nieto del rey, no fuera el futuro rey?
Devavrata quedó un momento estupefacto contemplando el grado
de vileza a que la codicia conducía a una persona. Pasados unos instantes,
Devavrata volvió a hablar y le dijo: Entonces no solo prometo que no tendré
hijos, sino que jamás tocaré a una mujer. A continuación hizo un juramento
solemne ante su madre, la diosa Ganga, ante todos sus antepasados y ante todos
los dioses, juramento en que reafirmaba su promesa de nunca tocar mujer alguna.
En esos momentos, los dioses que observaban tan terrible
juramento, hicieron llover flores sobre Devavrata y además cambiaron su nombre
por el de Bhishma, que significa “el del terrible voto”.
Ya sin más que pedir, el codicioso pescador se salió con la
suya y de inmediato entregó a su hija Satyavati para que fuese llevada al rey
Santanu. Bhishma la subió a su carruaje y emprendieron viaje al palacio.
Una vez Santanu recibió a su amada Satyavati y se enteró de
los pormenores, se sintió muy feliz por él y a la vez muy triste por su hijo.
Entonces gracias a los grandes méritos de una vida virtuosa pudo otorgarle un
don a su vástago: Bhishma no moriría fácilmente: solo moriría cuando él mismo quisiera
hacerlo y no antes.
Bhishma es uno de los personajes más importantes del
Mahabharata: regente del reino, patriarca de Kauravas y Pándavas, y guerrero
poderoso e invencible.