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miércoles, 18 de agosto de 2021

El vaticinio de Vyasa

Los cinco príncipes Pandavas junto con su madre, escoltados por los rishis de Satasringa, llegaron a Hastinapura. La gente se sorprendía mucho al verlos. La noticia llegó a oídos de Bishma y Dhritarashtra, los cuales se acercaron a las puertas de la ciudad para recibirlos.

Hacia allí se dirigieron Dhritarashtra, Bishma, Bahlika, la hermana de Santanu, su hijo Somadatta, el sabio Vidura, Satyavati, Ambalika, Ambika, Gandhari, y otros familiares, acompañados de un enorme séquito. Y en las puertas de la ciudad se encontraron con Kunti y los cinco príncipes Pandavas acompañados por los rishis, a quienes honraron con reverencias. Los rishis contaron la historia del nacimiento de los pandavas a todo el cortejo de los kurus que había venido a recibirles. También les contaron su educación en el bosque hasta la reciente muerte de su padre Pandu junto con Madri. Después añadieron:

 -Os hemos traído a estos jóvenes que son la esperanza de la casa de los kurus y junto a ellos su madre. Depende de vosotros, Bishma y Dhritarashtra, el cuidar de estos niños que se han quedado sin padre. -Y después de decir esto los rishis se fueron.

Bishma se quedó apenado y mudo en cuanto supo que ya no podría ver de nuevo a su joven sobrino Pandu, mientras que Dhritarashtra estaba triste por la pérdida de su hermano y compañero, recordando con nostalgia aquellos días de su niñez en los que Pandu le hacía olvidar su ceguera con su cariño y amor, le brotaron lágrimas de sus ojos. Ambalika, la madre de Pandu, lloraba inconsolablemente por la pérdida de su hijo.

Luego todos regresaron al palacio. Dhritarashtra le encargó a Vidura que hiciera los preparativos para el funeral real por la muerte de Pandu. Vyasa vino a presidir la ceremonia.

Cuando hubo acabado todo, Vyasa se acercó a su madre Satyavati y le dijo:

-Madre, los días felices se han acabado. A la casa de los kurus le esperan días espantosos y terribles. Día a día se irán acumulando pecados. El mundo ya ha pasado la época de su juventud. Dentro de unos pocos años, el pecado morará en la mente de tu querido nieto Dhritarashtra y en la de sus hijos. Habrá una gran aniquilación. Madre, tú no tienes suficiente fuerza como para soportar el espectáculo de ver a tus biznietos destruirse unos a otros; ¡sí! destruyéndose en una gran guerra. ¿Por qué permanecer aquí?; retírate al bosque y abandona este mundo.

-Que así sea -dijo Satyavati. Le contó su decisión a Ambika y a Ambalika y les preguntó si querían venirse con ella. La verdad era que el destino había sido un poco duro con estas tres mujeres. Ya no tenían ningún deseo de permanecer por más tiempo en aquella horrenda ciudad que les había deparado tanto sufrimiento. Por ello le estaban muy agradecidas a Vyasa por hacerles saber la terrible profecía que pesaba sobre la dinastía de los kurus. Habían perdido ya todo interés por los acontecimientos del mundo, por lo cual las tres mujeres acordaron marcharse al bosque, en busca de una paz que pudiera hacerles olvidar las amarguras del pasado y cicatrizar las heridas de sus corazones.

Antes de partir para el bosque las tres reinas se despidieron de todos los miembros de la casa real. A Bishma no le alegró la noticia y dirigiéndose a su madrastra le preguntó porqué le abandonaba. Satyavati le respondió:

-Hijo mío, Vyasa me ha dicho que la casa de los kurus va hacia la aniquilación, y yo que me creía fuerte, ahora sé que no lo soy, por eso no quiero quedarme para contemplar la destrucción de mi familia. Me aislaré en el bosque, estoy decidida.

-¿Aniquilación? -dijo Bishma-, cuéntame más acerca de esta profecía de Vyasa.

Satyavati le contó todo.

La cara de Bishma palideció de horror y dijo:

-Yo también tengo el sentimiento de abandonarlo todo. Mi padre me otorgó un don por el cual podría morirme cuando quisiese y ya no hay nada por lo que quiera seguir viviendo. Llamaré a la muerte y me iré de vuelta a los brazos de mi madre.

-No, no lo harás -dijo Satyavati-, depende de ti que la casa de los kurus se establezca firmemente en este mundo. No debes pensar en retirarte de este mundo antes de que hayas

cumplido con esa tarea. Una vez te pedí que hicieses algo y te negaste, esta vez no puedes hacerlo. Te ordeno que cuides a estos niños.

Bishma inclinó la cabeza asintiendo en silencio.

Luego, Satyavati junto con las otras dos mujeres partió hacia el bosque dejando nuevamente sobre Bishma el peso de velar por el trono de la Casa de los Kurus.

martes, 20 de julio de 2021

Draupadi

 


En una de las entradas anteriores (La amistad entre Drona y Draupada) se describió como Drona tomó venganza del rey Draupada, humillándolo y despojándolo de la mitad de su reino. El rey Draupada partió vapuleado hacia lo que le quedó de sus otrora grandes dominios, pero jurando en el camino que eso no se iba a quedar así.

Entonces planeó tener un hijo que naciera solo para asesinar a Drona, y para ello, realizó una ceremonia conocida como “Sacrificio del Fuego”. En determinado momento, del fuego mismo surgió un niño, que fue llamado Dhristadyumna, y del altar del sacrificio surgió una niña, Draupadi. Y en efecto, tiempo después, en la gran guerra, el hijo de Draupada, Dhristadyumna, cegó la vida del gran maestro Drona. Pero este post está dedicado a la hija, Draupadi.

Mientras la niña Draupadi crecía en el palacio de su padre, los 5 Pándavas y su madre, Kunti, estuvieron condenados a la pena de destierro por 13 años, después de los cuales podrían regresar a su país. Sin embargo, el decimotercer año lo vivieron en el poblado llamado Ekachakra, pero disfrazados de brahmines, para esconder su condición real y no ser denunciados ante Duryodhana, su primo y enemigo mortal, que de encontrarlos libres antes de completar los trece años, según la condena, los hubiera condenado a otros trece años de destierro.

En Ekachakra los Pándavas se alojaban en la casa de un piadoso brahmín y salían todos los días a pedir limosna, pues por ser de linaje real, de acuerdo con las normas de su particular cultura, les estaba vedado realizar cualquier trabajo manual. Llegaban siempre ante su madre, Kunti, con suficiente alimento con que pasar sus días en santa paz.  Y Kunti siempre les decía, incansable, que todo lo que recibieran de limosna, deberían repartirlo entre todos. Aquí, en este poblado, ocurre lo narrado en un otro post anterior (Bhima mata al Rakshasa deEkachakra).

Uno de aquellos días en Ekachakra, llegó un brahmín en su recorrido por el mundo, y en amena conversación les narra muchas maravillas y noticias de los lugares por los que ha pasado, y dentro de las noticias, les cuenta que el rey de Panchala, Draupada, estaba organizando una ceremonia de Swayamvara, que consiste en que una princesa escoge a su esposo entre todos los príncipes en edad de merecer. El rey Draupada, pues, está invitando al Swayamvara para su sinigual hija, Draupadi.

No sobra mencionar que Draupadi era un ser sumamente especial, empezando por su nacimiento, que la emparentaba con los dioses. Su inteligencia era asombrosa, su belleza no tenía igual en toda la tierra, y no hay palabras que la puedan describir, así sea someramente, no hay lugares comunes para evocarla. Entonces nos limitaremos a decir que es la principal mujer del Mahabharata, que no es decir poca cosa, pues otras mujeres como Satyavati, Kunti, Madri, y Gandhari, tienen una grandeza difícil de igualar.

Volviendo al Swayamvara, Arjuna, el tercer hijo de Kunti, decide participar en la ceremonia, y así, tal cual han vivido en Ekachakra, disfrazados de brahmines, parten los 5 príncipes Pándavas hacia el reino de Panchala. El acto más importante de la ceremonia, es el de la exhibición que hacen los príncipes de sus habilidades guerreras para impresionar a la princesa. En el Swayamvara de Draupadi, la prueba era acertar con la flecha en un blanco móvil, observándolo en el reflejo de aceite aposado en un recipiente.

Tal prueba no fue superada por ninguno de los príncipes que deseaban casarse con Draupadi. Sin embargo, en determinado momento llegó Arjuna, a quien nadie reconoció, pues veían a un humilde brahmín. Pero este joven humilde tensó la poderosa cuerda del arco, apuntó la filosa flecha y acertó en el blanco mirándolo en el reflejo del aceite.

Por tratarse de un joven humilde, los encumbrados príncipes participantes no pudieron creer lo que había sucedido y se sintieron ofendidos; trataron, entonces, de hacerle daño a Arjuna, pero este y sus hermanos, pronto los hicieron morder tierra. El rey Draupada no entendía cómo este joven brahmín había superado a príncipes que habían tenido la más excelente educación, pero sospechaba que podía tratarse de alguien muy especial. Inclusive, sospechaba que podía tratarse del mismo Arjuna. Entre tanto, la gran princesa Draupadi, feliz y sin dudar un instante, puso el collar de flores en el cuello de Arjuna, señal de que era el elegido. El rey Draupada, por su parte, bendijo esta unión.

Así, pues, los Pándavas partieron del reino de Panchala con destino a Ekachakra, llevando a la joven y feliz pareja. Cuando llegaron a donde su madre, Kunti, uno de ellos le dijo medio en broma: “Adivina qué trajimos, madre”, refiriéndose a Draupadi. Kunti, que no los veía pues estaba ocupada en alguna otra cosa, respondió que imaginaba que habían traído limosnas, y, por tanto, les ordenó que la compartieran entre ellos.

Aquí hay que mencionar que Kunti jamás había dicho una mentira, razón por la que sus palabras tenían poder. Tampoco sus palabras podían desdecirse, pues no eran palabras vanas. En general, se acepta que alguien que tenga ese nivel de grandeza espiritual, tiene lo que en el cristianismo se conoce como la “palabra viva o palabra de vida”. Así, pues, cuando Kunti, engañada por la pregunta, dice que la compartan entre ellos, no hay vuelta atrás.

Entonces Draupadi, su padre, y los Pándavas, toman consejo de Vyasa, abuelo de estos últimos y a la vez compilador del Mahabharata, quien despeja las dudas morales que puedan tener los involucrados, y es así como Draupadi se convierte en la mujer de los 5 héroes. Ella es un personaje a la altura del Mahabharata: grandiosa, asombrosa, controvertida, fuerte y dura como un diamante y suave y delicada como una flor. Draupadi nos deja sin palabras las más de las veces.

Cuando surgió del altar del sacrificio del fuego, se escuchó una voz del cielo que decía: “Esta mujer está destinada a ser la ruina de muchos reyes. Llegado el momento, esta dama de fino talle consumará la misión de los dioses. Por su causa se extenderá el temor entre los regentes de la tierra”.

Pero no debe pensarse que “la ruina de muchos reyes” se refiere a nuestros cánones occidentales de Hollywood: que todos querían poseerla, que era mujer fatal, etc. No. Estamos al menos 6 mil años antes de Cristo y Draupadi será la ruina de muchos reyes porque ella es una con los 5 Pándavas, como el puño y los 5 dedos.    

lunes, 23 de abril de 2018

Vyasa y Ganesha

Introducción III

Vyasa y Ganesh

Sauti continuó:

—Después de haber analizado la Verdad eterna mediante austeridades y meditación, el noble Vyasa, hijo de Satiavati, concibió este sagrado poema del Bharata. Cuando lo hubo terminado, Vyasa comenzó a considerar en qué forma podría enseñárselo a sus discípulos. Conociendo su preocupación, el propio Brahma se apareció ante él. Vyasa, al verle, se sorprendió, y tras presentarle humildemente sus respetos y ofrecerle asiento le dijo: “¡Oh Brahma!, he compuesto un poema que explica los misterios de los Vedas, los rituales de los Upanishads, la naturaleza de la degeneración, del miedo y de la enfermedad; la existencia y la no-existencia, las leyes de la vida y el significado de los Puranas. Habla del ascetismo y de los deberes de los estudiantes; de las dimensiones del Sol, la Luna y las estrellas; de los seres celestiales y humanos. Habla de la guerra, de los distintos pueblos y lenguajes, de la naturaleza de las costumbres y del Espíritu que todo lo penetra. Todo eso está en mi poema, pero no puedo encontrar a nadie que sea capaz de tomarlo al dictado comprendiendo su significado íntegro.”

»Entonces Brahma dijo: “Sé que en este poema has revelado la palabra divina en el lenguaje de la verdad desde la primera letra. El tuyo será un poema que ningún poeta del mundo podrá igualar. Llama a Ganesh y él escribirá tu poema.” Y después de decir esto Brahma desapareció y regresó a su morada.

»Vyasa llamó mentalmente a Ganesh y cuando éste se presentó ante él, le pidió que tomase al dictado el poema que había concebido.

»Ganesh le contestó: “Lo escribiré con la condición de que no vaciles ni un momento al dictar.” A lo cual Vyasa respondió: “De acuerdo, pero yo también tengo una condición: que comprendas completamente lo que digo antes de escribirlo.” “Que así sea” dijo Ganesh, y Vyasa comenzó a dictar sus versos cargados de denso significado.

»Y algunos versos eran tan profundos y su significado tan misterioso que nadie, hasta el día de hoy, ha sido capaz de comprenderlos íntegramente. Incluso el omnisciente Ganesh necesitaba detenerse a pensar de vez en cuando para poder comprenderlos; estas pausas las aprovechaba Vyasa, para continuar componiendo muchos otros versos en su mente y así poder continuar el dictado sin vacilación. »






viernes, 16 de febrero de 2018

Nacimiento de Vyasa

Vyasa dicta el Mahabharata al Señor Ganesha

Una de las muchísimas particularidades del Mahabharata es que su compositor, Vyasa, algunas veces entra dentro de su composición y campea dentro de ella con los protagonistas, aconsejándoles, previniéndoles o instándoles. 

Es algo que en lo personal me fascina. Como si en Don Quijote, cuando van a mantear a Sancho, apareciera don Miguel de Cervantes y dialogara con el ventero, o con el mismo Sancho, para prevenirles del manteo, y después del diálogo, desapareciera por un tiempo para volver más tarde en otra escena.

De Vyasa, lo mismo que de Homero, se dice hoy día que nunca existió. Pero ni que sí, ni que no, podrá comprobarse nunca y, por tanto, para efectos prácticos, Vyasa es el autor o compilador del Mahabharata. También se le conoce como 'Veda Vyasa' y 'Krishna Dwaipayana'. Vyasa quiere decir “compilador”, y Dwaipayana quiere decir “nacido en una isla”. Se le atribuyen, además del Mahabharata, los Upanishads y los Puranas, así como la organización de los 4 Vedas (Rig, Yajur, Sama y Atharva).

Fue hijo del sabio Parasara y Satyavati. Esta última fue la hija de Girika y Vasu, y fue concebida de la siguiente manera: Deseando Girika sexualmente a Vasu, la relación no se pudo consumar en esos momentos, pues los antepasados de Vasu le pidieron, un momento antes, cazar un venado para ciertos ritos funerarios. Siendo Vasu un hombre que podía controlar sus pasiones, prefirió ir en busca del venado y posponer el placer que le esperaba con Girika.

Sin embargo, ya en el bosque y momentáneamente cansado de su actividad cazadora, Vasu durmió una siesta y gracias a la previa excitación sexual, eyaculó. Cuando despertó, no quiso desperdiciar su semen: lo recogió en una hoja del árbol llamado Asoka, y la entregó a un halcón con el encargo de llevarla a Girika, para que así ella pudiera concebir un hijo. 

Pero en el camino el halcón fue atacado por otro halcón que pensó que llevaba comida y en la lucha la hoja y el semen cayeron al río Yamuna donde un pez la tragó. Pero el pez era nada menos que una Apsara (parecida a un hada), que habiendo sido maldecida, vivía en el cuerpo del acuático animal.

Una vez tragada la hoja, la apsara concibió dos criaturas, niño y niña. Pasado el tiempo, cuando cayó en las redes de un pescador, este, al abrir el pez, se sorprendió al ver los dos bebés en su interior. De inmediato la apsara tomó su forma original, pues la maldición decía que solo se liberaría de la forma de pez, si concebía dos seres humanos.

Admiradas las gentes no sabían qué hacer con los bebés, así que el jefe de los pescadores se presentó ante el rey Vasu, quien al notar que la niña despedía un fuerte olor a pescado, no la quiso, y ordenó al pescador que le dejara al niño para hacerlo heredero al trono. A la niña, podía quedársela el pescador.

Satyavati, hermosa como ninguna, con todas las cualidades imaginables en una mujer, no solo creció entre pescadores, sino que nunca perdió el fuerte olor a pescado. Además, su padre le había ordenado que fuera barquera: transportaba viajeros de una a otra orilla del sagrado río Yamuna.


Un buen día apareció a orillas del río, solicitando ser transportado a la otra orilla, el sabio Parasara. Una vez dentro de la barca, el sabio se fijó en la belleza de la barquera y quedó prendado. Entonces Parasara pidió a Satyavati que aceptara sus abrazos apasionados y ella se resistió, argumentando entre otras cosas, que ella sin su virginidad no podría volver a casa, pues en adelante, ya no podría vivir. Y si esto no importara, tampoco le parecía a ella correcto tener abrazos amorosos  a la vista de todas las personas que viajaban en otras barcas y/o estaban en las orillas.

Pero el sabio Parasara tenía una solución para cada problema: le prometió que su virginidad quedaría intacta y contra los noveleros, prometió crear una neblina que cubriría la barca para evitar miradas. Además, prometió otorgarle el don que ella pidiera. Entonces retozaron en la barcaza y cuando terminaron, Satyavati pidió el don de no despedir más el olor a pescado, lo que concedió el sabio de inmediato, quedando desde entonces la doncella expeliendo un dulce aroma que a todos encantaba. 

El sabio Parasara continuó su viaje y ese mismo día, en una isla del río, Satyavati dio a luz a Vyasa, que nació adulto. Entonces le dijo a su madre que se convertiría en un asceta y que si ella llegase a necesitarlo, solo tendría que pensar en él y comparecería ante ella de inmediato.

Este fue el nacimiento del compilador del Mahabharata y también la historia inicial de Satyavati, quien como se verá más adelante, es personaje fundamental como matrona de los Pandavas.

Dos grandes epopeyas de la India y del Asia Sudoriental

EL MAHABHARATA Y EL RAMAYANA por Arthur L. Basham* (Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo de la UNESCO, Diciembre de 1...