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martes, 20 de julio de 2021

Draupadi

 


En una de las entradas anteriores (La amistad entre Drona y Draupada) se describió como Drona tomó venganza del rey Draupada, humillándolo y despojándolo de la mitad de su reino. El rey Draupada partió vapuleado hacia lo que le quedó de sus otrora grandes dominios, pero jurando en el camino que eso no se iba a quedar así.

Entonces planeó tener un hijo que naciera solo para asesinar a Drona, y para ello, realizó una ceremonia conocida como “Sacrificio del Fuego”. En determinado momento, del fuego mismo surgió un niño, que fue llamado Dhristadyumna, y del altar del sacrificio surgió una niña, Draupadi. Y en efecto, tiempo después, en la gran guerra, el hijo de Draupada, Dhristadyumna, cegó la vida del gran maestro Drona. Pero este post está dedicado a la hija, Draupadi.

Mientras la niña Draupadi crecía en el palacio de su padre, los 5 Pándavas y su madre, Kunti, estuvieron condenados a la pena de destierro por 13 años, después de los cuales podrían regresar a su país. Sin embargo, el decimotercer año lo vivieron en el poblado llamado Ekachakra, pero disfrazados de brahmines, para esconder su condición real y no ser denunciados ante Duryodhana, su primo y enemigo mortal, que de encontrarlos libres antes de completar los trece años, según la condena, los hubiera condenado a otros trece años de destierro.

En Ekachakra los Pándavas se alojaban en la casa de un piadoso brahmín y salían todos los días a pedir limosna, pues por ser de linaje real, de acuerdo con las normas de su particular cultura, les estaba vedado realizar cualquier trabajo manual. Llegaban siempre ante su madre, Kunti, con suficiente alimento con que pasar sus días en santa paz.  Y Kunti siempre les decía, incansable, que todo lo que recibieran de limosna, deberían repartirlo entre todos. Aquí, en este poblado, ocurre lo narrado en un otro post anterior (Bhima mata al Rakshasa deEkachakra).

Uno de aquellos días en Ekachakra, llegó un brahmín en su recorrido por el mundo, y en amena conversación les narra muchas maravillas y noticias de los lugares por los que ha pasado, y dentro de las noticias, les cuenta que el rey de Panchala, Draupada, estaba organizando una ceremonia de Swayamvara, que consiste en que una princesa escoge a su esposo entre todos los príncipes en edad de merecer. El rey Draupada, pues, está invitando al Swayamvara para su sinigual hija, Draupadi.

No sobra mencionar que Draupadi era un ser sumamente especial, empezando por su nacimiento, que la emparentaba con los dioses. Su inteligencia era asombrosa, su belleza no tenía igual en toda la tierra, y no hay palabras que la puedan describir, así sea someramente, no hay lugares comunes para evocarla. Entonces nos limitaremos a decir que es la principal mujer del Mahabharata, que no es decir poca cosa, pues otras mujeres como Satyavati, Kunti, Madri, y Gandhari, tienen una grandeza difícil de igualar.

Volviendo al Swayamvara, Arjuna, el tercer hijo de Kunti, decide participar en la ceremonia, y así, tal cual han vivido en Ekachakra, disfrazados de brahmines, parten los 5 príncipes Pándavas hacia el reino de Panchala. El acto más importante de la ceremonia, es el de la exhibición que hacen los príncipes de sus habilidades guerreras para impresionar a la princesa. En el Swayamvara de Draupadi, la prueba era acertar con la flecha en un blanco móvil, observándolo en el reflejo de aceite aposado en un recipiente.

Tal prueba no fue superada por ninguno de los príncipes que deseaban casarse con Draupadi. Sin embargo, en determinado momento llegó Arjuna, a quien nadie reconoció, pues veían a un humilde brahmín. Pero este joven humilde tensó la poderosa cuerda del arco, apuntó la filosa flecha y acertó en el blanco mirándolo en el reflejo del aceite.

Por tratarse de un joven humilde, los encumbrados príncipes participantes no pudieron creer lo que había sucedido y se sintieron ofendidos; trataron, entonces, de hacerle daño a Arjuna, pero este y sus hermanos, pronto los hicieron morder tierra. El rey Draupada no entendía cómo este joven brahmín había superado a príncipes que habían tenido la más excelente educación, pero sospechaba que podía tratarse de alguien muy especial. Inclusive, sospechaba que podía tratarse del mismo Arjuna. Entre tanto, la gran princesa Draupadi, feliz y sin dudar un instante, puso el collar de flores en el cuello de Arjuna, señal de que era el elegido. El rey Draupada, por su parte, bendijo esta unión.

Así, pues, los Pándavas partieron del reino de Panchala con destino a Ekachakra, llevando a la joven y feliz pareja. Cuando llegaron a donde su madre, Kunti, uno de ellos le dijo medio en broma: “Adivina qué trajimos, madre”, refiriéndose a Draupadi. Kunti, que no los veía pues estaba ocupada en alguna otra cosa, respondió que imaginaba que habían traído limosnas, y, por tanto, les ordenó que la compartieran entre ellos.

Aquí hay que mencionar que Kunti jamás había dicho una mentira, razón por la que sus palabras tenían poder. Tampoco sus palabras podían desdecirse, pues no eran palabras vanas. En general, se acepta que alguien que tenga ese nivel de grandeza espiritual, tiene lo que en el cristianismo se conoce como la “palabra viva o palabra de vida”. Así, pues, cuando Kunti, engañada por la pregunta, dice que la compartan entre ellos, no hay vuelta atrás.

Entonces Draupadi, su padre, y los Pándavas, toman consejo de Vyasa, abuelo de estos últimos y a la vez compilador del Mahabharata, quien despeja las dudas morales que puedan tener los involucrados, y es así como Draupadi se convierte en la mujer de los 5 héroes. Ella es un personaje a la altura del Mahabharata: grandiosa, asombrosa, controvertida, fuerte y dura como un diamante y suave y delicada como una flor. Draupadi nos deja sin palabras las más de las veces.

Cuando surgió del altar del sacrificio del fuego, se escuchó una voz del cielo que decía: “Esta mujer está destinada a ser la ruina de muchos reyes. Llegado el momento, esta dama de fino talle consumará la misión de los dioses. Por su causa se extenderá el temor entre los regentes de la tierra”.

Pero no debe pensarse que “la ruina de muchos reyes” se refiere a nuestros cánones occidentales de Hollywood: que todos querían poseerla, que era mujer fatal, etc. No. Estamos al menos 6 mil años antes de Cristo y Draupadi será la ruina de muchos reyes porque ella es una con los 5 Pándavas, como el puño y los 5 dedos.    

domingo, 13 de junio de 2021

La amistad entre Drona y Draupada

Draupada humilla a Drona

Drona era el mejor maestro de tiro al arco, arte que había aprendido de nadie menos que de Parasurama. Además, había estudiado los vedas y artes marciales en compañía, entre otros alumnos, de un príncipe llamado Draupada. Eran muchachos despreocupados y buenos amigos, y en una de sus charlas, Draupada le había dicho a Drona que su amistad sería para toda la vida, y que cuando ascendiera al trono, compartiría la mitad del reino de Panchala con él. Terminada la época escolar, cada uno siguió su camino.

Pasados los años, Drona estaba atravesando por una época difícil, sin recursos económicos, y se encontraba desesperado de ver sufrir a su esposa y su pequeño hijo. Entonces recordó a su amigo de infancia, Draupada, que a esas alturas ya debería ser el rey de Panchala. Así que decidió ir a buscarlo para pedirle ayuda.

Una vez ante el monarca, Drona le recordó las conversaciones que habían tenido cuando adolescentes, respecto a la amistad de por vida. Draupada, que ahora era un monarca cruel y arrogante, no pudo contenerse y se echó a reír, diciéndole:

"¿Crees que entre un hombre rico y un hombre pobre puede haber amistad? ¿Piensas que un rey y un pobre diablo pueden ser amigos? La amistad solo se da entre iguales. ÎQué ingenuo! ÎVete por donde viniste!"

Drona partió poseído de odio y rencor. Sin embargo, como era el mejor en tiro al arco y artes marciales, llegó a ser el maestro de los príncipes Kurus (Pandavas y Kauravas), dentro de los cuales destacaban nada menos que Arjuna, Bhima, Duryodhana y Asvatama, entre otros.

En aquellos tiempos existía la tradición de que una vez terminada la educación, los alumnos entregaban un regalo al maestro (dakshina). Así que Drona pidió dakshina a sus alumnos, que gracias a él, se habían convertido en los guerreros más poderosos y temibles del reino más grande e importante ante el cual, el reino de Draupada era tributario e insignificante. Entonces Drona les  pidió por dakshina que invadieran Panchala y le trajeran preso a su rey.

Dicho y hecho. Fue pan comido para los héroes Pandavas y Kauravas, que en cosa de un par de días volvieron con el arrogante rey maltrecho y lo tiraron atado con sogas a los pies de su maestro.

La venganza es dulce, y esa dulzura debió sentir Drona al ver al rey Draupada tirado a sus pies. Ahora solo tenía que ordenarles a sus alumnos que lo mataran. Pero Drona era superior a este rey, y no era ni cruel ni arrogante. Simplemente lo hizo levantar, y le preguntó si recordaba sus palabras cuando él, en momentos difíciles, había necesitado de su ayuda. El rey Draupada tuvo que admitir que sí con la cabeza baja. Entonces Drona le contestó que aunque podía quedarse con todo el reino de Panchala, solo se quedaría con la mitad del territorio. Que le permitiría a Draupada seguir siendo rey pero de solo la otra mitad. En conclusión, le dijo que ahora ellos dos eran iguales. Que ahora podían ser amigos. Y lo despachó. Esa fue su venganza.

Quien salió ahora lleno de odio y rencor fue Draupada. Pero sabía que vengarse de Drona, para él era imposible, pues no había punto de comparación entre sus ejércitos. Entonces Draupada hizo un ritual de sacrificio con fuego para propiciar a los dioses, y pidió tener un hijo que pudiera asesinar a Drona. Fruto de este sacrificio nacieron dos hijos, niña y niño. Este último, llamado Dhrishtadyumna, fue quien años más tarde, durante la guerra del Mahabharata, decapitó a Drona.

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 18 de marzo de 2019

Drona y Ekalavya

Libro I - Adi Parva - Capítulo XX

Un día se le acercó a Drona un muchacho de piel oscura. El maestro acharya en ese momento se encontraba solo y cuando el muchacho llegó a su lado, se le postró a los pies y le dijo:

—Mi señor, he venido para que me enseñes a usar el arco. Por favor, acéptame como tu discípulo.

A Drona le gustaron sus modales y mirándole tiernamente le dijo:

—¿Quién eres tú? El joven respondió:

—Yo soy Ekalavya, hijo de Hiranyadhanus, el rey de los Nishadas. Al oír esto Drona se dio cuenta de que no podría aceptarlo como discípulo porque no era un kshatrya y le dijo:

—Hijo mío, aunque me gustaría, no puedo aceptarte como mi discípulo, pues tengo la responsabilidad de entrenar a estos príncipes kshatryas, y tú, Ekalavya, siendo un nishada, no puedes unirte a ellos.

Decepcionado y con el corazón roto el joven nishada, se fue de vuelta al bosque del que vino. No guardaba ningún resentimiento contra Drona, pero se sentía infeliz. Una vez de vuelta en el bosque hizo con barro una figura representando a Drona, le dio forma con sus propias manos. Y a partir de entonces aquella imagen era para él su guru. Diariamente la adoraba y luego comenzaba sus prácticas con el arco. En poco tiempo se dio cuenta que estaba haciendo grandes progresos y ganando habilidad en el uso del arco. Este es el magnetismo del deseo; absorbe para sí todos los pensamientos conscientes e inconscientes de la persona, y en consecuencia, todas sus acciones no son más que los ecos de la voz de su deseo. Y esto fue lo que ocurrió con Ekalavya; su amor por el arco y su amor por su guru, le hacían pensar continuamente en aprender a usar el arco y en nada más. Quería dominar este arte y muy pronto llegó a ser un gran experto.

Una vez, los príncipes kurus y los pandavas fueron de excursión al bosque. Los pandavas se habían llevado a un perro con ellos. Este perro, vagando, se había introducido en el corazón del bosque. Y de repente vio a un hombre extraño que estaba vestido con piel de leopardo y que caminaba como un leopardo. Al verle, el perro pensó que era un animal salvaje, y comenzó a ladrar furiosamente. Este hombre, que no era otro que Ekalavya, el nishada, no pudo resistir la tentación de cerrar la boca del perro con sus flechas. El largo hocico del perro fue cubierto con flechas. Había entrelazado siete flechas como un habilidoso tejedor, de forma que el perro no podía abrir la boca. El animal huyó corriendo de aquel lugar y llegó al campamento de los pandavas. A todos les asombró la forma en que habían sellado su hocico. 

Drona y sus discípulos quedaron maravillados de la habilidad de aquel arquero desconocido que había hecho una obra de arte con sus flechas. Varios de ellos fueron en busca del extraño y finalmente le encontraron. Le preguntaron quién era y él dijo:

—Soy Ekalavya, soy el hijo de Hiranyadhanus, el rey de los Nishadas. Cuando le preguntaron cómo había podido realizar tales maravillas con su arco y sus flechas, Ekalavya sonrió orgullosamente y dijo:

—Es porque soy un discípulo del gran Drona. Todos volvieron al campamento y le contaron aquello a Drona. A Arjuna, el favorito de Drona, no le gustó aquello en absoluto. Se dirigió a su acharya y le dijo:

—Me habías prometido que me harías el mejor arquero del mundo. Pero ahora parece que le has hecho la misma promesa a otro. De hecho él es ya el mejor arquero del mundo.

Drona fue junto con Arjuna a ver a Ekalavya, de quien ya no se acordaba en lo más mínimo. Allí le encontró vestido con una piel de leopardo, estaba de pie con su arco y las flechas en sus manos. Ekalavya vio a su guru y se apresuró a ir hacia él postrándose a sus pies. Sus lágrimas lavaron los pies de su amado guru. Drona estaba encantado con él y le preguntó cuándo se había convertido en su discípulo.

Ekalavya estaba muy feliz de poder contarle toda su historia. Era tan inocente y franco que Drona no pudo evitar sentir amor por él. Ekalavya ni siquiera parecía darse cuenta de que era un gran arquero. Drona reflexionó en silencio durante unos momentos y luego de muy mala gana le dijo:

—Tú proclamas ser mi discípulo, así que lo justo es que te pida una dakshina.

—¡Por supuesto! Me sentiré honrado sí me pides algo —dijo Ekalavya. 

Drona vio la implacable mirada que había en el rostro de Arjuna y le dijo:

—Quiero tu pulgar; el pulgar de tu mano derecha.

Ni un suspiro salió de los labios de Ekalavya. Sonrió y dijo:

—Me siento feliz de darte este dakshina a cambio del arte que aprendí de ti, aquí está.

—Sacó de su aljaba una flecha en forma de Luna menguante y cortándose el pulgar de su mano derecha, depositó el dedo sangrante a los pies de su amado guru.

Drona lo aceptó y Arjuna se sintió feliz. No había nada más que hacer ni que decir, con eso concluía todo. Ekalavya se postró a los pies de su guru haciéndole una salutación y se despidió de él. Drona y Arjuna echaron a andar silenciosamente regresando al
campamento.

viernes, 1 de marzo de 2019

El deseo de venganza de Drona

Libro I - Adi Parva - Capítulo XIX

EN tiempos de su infancia Drona fue compañero e íntimo amigo de Drupada, el príncipe del reino Panchala. Vivían juntos como estudiantes en una ermita. Y en un momento de afecto Drupada le dijo a Drona:

—Eres en verdad mi amigo íntimo. No quiero que nuestra amistad acabe aquí en esta ermita. Soy el heredero del trono de los Panchalas y cuando yo sea rey te tendré conmigo y podremos ser amigos durante toda la vida.

Los años pasaron y Drona se casó con Kripi de la cual tuvo un hijo a quien llamó Aswatthama. La ambición de Drona era convertirse en el mejor de los arqueros de su época. Así que recurrió al gran Bhargava el cual en veintiuna ocasiones había dado la vuelta al mundo destruyendo a los kshatryas. Éste recibió a Drona con afecto y le dijo:

—¿Qué puedo hacer por ti?.

Drona se presentó y le dijo:

—Deseo riquezas.

—Yo no tengo riquezas —dijo Bhargava—, la única pertenencia que me queda es mi cuerpo, soy muy pobre. Drona sonrió y le dijo:

—Mi señor, quiero esa riqueza que tú tienes dentro tuyo, eres el maestro supremo en el uso del arco: quiero ser tu discípulo y aprender de ti.

—Eso es fácil —dijo Bhargava—, te aceptaré como mi discípulo. 

Cuando ya era un maestro y había alcanzado el poder sobre todos los astras, Drona regresó junto a su familia. Su hijo era entonces muy pequeño y estaban en la pobreza total. En una ocasión el niño se acercó a su madre y le dijo:

—Madre, todos mis amigos me hablan de algo que se llama leche, yo quiero de eso, dicen que es muy bueno.

La pobre mujer no sabía qué hacer, pues no tenía medios para satisfacer el deseo de su hijo. En cuanto se lo dijo a Drona éste se puso muy triste. Pero fue entonces cuando se acordó de la amistad que le unía a Drupada, el príncipe Panchala, y le contó a Kripi la promesa que aquél le había hecho.

—Vayamos a la corte de los Panchalas —dijo Drona—, Drupada es ahora el rey; seguro que nos sacará de la miseria librándonos de nuestra pobreza. —Y los tres emprendieron camino rumbo al país de Panchala.

Drona fue a la corte de Drupada y solicitó una audiencia con él. Cuando por fin fue recibido le dijo:

—Yo soy Drona, tu compañero de infancia. Supe que habías sido nombrado rey y por eso he venido. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste cuando vivíamos juntos en aquella ermita?. Dijiste que nuestra amistad duraría para siempre y me prometiste que compartirías tu reino conmigo cuando fueras rey. Yo no quiero tus tierras ni tus riquezas, sólo he venido a ti como un amigo para estar contigo. Permanezcamos juntos para siempre.

Drupada había cambiado mucho. Ya no era la misma persona que hacía años había hablado tan dulcemente con Drona. Sus riquezas y el hecho de ser rey, le habían convertido en una persona orgullosa. Ebrio de poder se rió de Drona y le dijo:

—Me hace reír oírte hablar así; un pobre brahmín de quien fui amigo en mis tiempos de estudiante reclamándome ahora su amistad. ¿Acaso no sabes que la amistad sólo es posible entre dos iguales? Sólo dos pobres pueden ser amigos, e igualmente sólo dos ricos pueden ser amigos. Esta extraña amistad a la que te refieres no puede existir, es sólo un sueño. Por favor vete de aquí y no vuelvas a molestarme con tus cuentos de una fantasiosa promesa hecha hace ya mucho tiempo.

Drona, tras aquel insulto permaneció en silencio por unos momentos, y luego se dio media vuelta y se fue enfurecido sin decir una sola palabra. En esos momentos de silencio, Drona había decidido que en el futuro habría de vengarse de ese rey arrogante cuyo orgullo le había cegado hasta el punto de olvidarse de su promesa, insultándole en cambio.

Así pues, como venganza, Drona decidió entrenar a un joven kshatrya en el uso del arco, para ser el instrumento mediante el cual él vería realizado su sueño. Y se puso en camino de Hastinapura. Había oído que Kripa, el hermano de su esposa, era el tutor de los jóvenes príncipes de la casa de los kurus, y sintió que por ahí había una posibilidad de ver realizada su venganza.

Drona estaba muy contento por la forma en que Bhishma le había recibido a su llegada a Hastinapura. Le contó el insulto que había recibido del rey Drupada y su deseo de venganza mediante un joven arquero a quien él quería entrenar personalmente.

Bhishma le dijo:

—Has llegado al lugar correcto. Soy tutor de más de un centenar de nietos deseosos de aprender a usar el arco. Me honraría y me alegraría mucho que pudieras encargarte de la tarea de entrenarles hasta hacer de ellos verdaderos kshatryas.

Drona se sintió muy complacido y aceptó la oferta. Bhishma llamó a todos los muchachos y los confió a la tutela de Drona, a quien le dijo:

—Desde hoy en adelante son tuyos. Tuya es la tarea de educarles hasta que sean hombres, verdaderos hombres.

Los años pasaron y los príncipes fueron aprendiendo el uso de las diferentes armas, llegando a ser auténticos expertos, pero Arjuna en especial se había convertido en el favorito de Drona. Su amor por el arco, su incesante práctica, su extrema paciencia y su dedicación a sus estudios y a su guru, junto con su naturaleza encantadora, se habían ganado el corazón de Drona llegando a serle más querido que su propio hijo. En una ocasión Drona le dijo a Arjuna:

—Te prometo que haré de ti el mejor arquero del mundo.

Una vez, mientras Drona se estaba bañando en el río Ganges, fue atacado por un cocodrilo, el cual le tenía cogido por una pierna. A pesar de que se hubiera podido desembarazar del cocodrilo por sí mismo, no lo hizo porque quería probar el valor de sus discípulos. Y comenzó a gritar:

—¡Salvadme! ¡salvadme de este cocodrilo!

Incluso antes de que acabara de pronunciar estas palabras, Arjuna ya había sacado una de sus agudas y rápidas flechas dando muerte con ella al cocodrilo, a pesar de que estaba debajo del agua. Drona estaba tan complacido con Arjuna que le enseñó el gran astra llamado Brahmasirsha. Le enseñó cómo lanzarlo y cómo retirarlo, advirtiéndole además sobre un detalle, le dijo:

—Este astra es demasiado poderoso para usarlo sobre ordinarios mortales. Si es lanzado en vano sobre una persona cualquiera, destruirá el mundo entero. Sólo se debe usar contra un rakshasa o contra un deva pervertido que esté causando estragos entre los hombres, sólo entonces.

Arjuna lo aceptó con gran gratitud y humildad.

domingo, 10 de febrero de 2019

Drona Llega a Hastinapura

Libro I - Adi Parva - Capítulo XVIII

BHISHMA había asignado a Kripa la labor de educar a los príncipes en el uso de las
diferentes armas. Había sido criado en la corte del rey Santanu, el cual le había
encontrado en el bosque junto con su hermana melliza un día que había salido de
caza. Compadeciéndose de ellos, los trajo al palacio y les puso los nombres de Kripa,
a él, y Kripi a su hermana. Eran hijos del gran Gautama. Kripa había aprendido a
usar las armas y Bhishma pensó que él era la persona adecuada para hacer de tutor
de los jóvenes príncipes. Por lo cual, los hijos de Dhritarashtra, los hijos de Pandu,
y los jóvenes príncipes de la casa de los Vrishnis, Bhoja y Andhaka que vinieron a
Hastinapura aprendieron de Kripa el uso del arco y otras armas de guerra. Cuando ya
habían aprendido suficiente, Bhishma pensó que deberían recibir un entrenamiento más
especializado de un maestro más capacitado.

Un día los muchachos estaban jugando a la pelota. Y ocurrió que jugando se les
escapó la pelota y fue a parar al fondo de un pozo cercano. Los muchachos se quedaron
algo frustrados ante tal contratiempo, pues ya no podían seguir jugando. Pero un hombre
que les observaba desde cierta distancia, viéndoles confusos, se les acercó y les dijo:
—Evidentemente no conocéis el uso del arco y la flecha pues si supieseis usarlos no
habría razón para estar tan desalentados. Los jóvenes, un poco ofendidos, le contestaron:

—Sí que sabemos. Además, ¿qué tiene que ver eso con nuestra pelota?

—Os mostraré —dijo el extraño, y sacándose el anillo del dedo lo tiró dentro del pozo,
poniendo a continuación una flecha en su arco. Los muchachos le miraban con ojos de
asombro. El hombre la disparó rápidamente atravesando el anillo y clavándola luego
en la pelota. A continuación siguió disparando flechas que sucesivamente se fueron
clavando unas en otras hasta formar una hilera, luego, tirando de ésta, les devolvió
la pelota a los muchachos y se puso el anillo en el dedo otra vez. Los muchachos se
quedaron atónitos, pues jamás habían visto cosa igual y llenos de admiración por aquel
extraño le dijeron:

—Por favor dinos quién eres. El extraño les sonrió y les dijo:

—Id y decidle a Bhishma, vuestro abuelo tutor lo que ha pasado aquí. Él sabrá quién
soy.

Los muchachos fueron corriendo al palacio de Bhishma y le contaron lo que había
hecho aquel hombre maravilloso. Bhishma enseguida supo quien era. No podía ser otro
más que Drona, el esposo de Kripi. El gran Bhargava había sido su maestro en el uso del
arco. Era el hijo de Bharadwaja, el gran sabio.

Bhishma sintió que por fin había llegado el tutor apropiado para aquellos muchachos.
Fue a toda prisa a encontrarse con Drona y con el debido honor le dio la bienvenida a
Hastinapura.

Dos grandes epopeyas de la India y del Asia Sudoriental

EL MAHABHARATA Y EL RAMAYANA por Arthur L. Basham* (Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo de la UNESCO, Diciembre de 1...