Mostrando entradas con la etiqueta Pandú. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pandú. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de agosto de 2021

Arjuna


Es el héroe principal del Mahabharata. Incomparable guerrero, cuida, además, del Dharma (poder, fuerza, energía, que sostienen al universo y a la sociedad en el curso correcto). Al final de la guerra termina victorioso, mientras que todos los demás grandes guerreros han ido pereciendo, muchos de ellos por su mano. Como si fuera poco, Arjuna es quien recibe las divinas instrucciones del Señor Krishna (avatar del Señor Visnú), que se conocen como el Bhagavadgita.

Arjuna es descrito como un hombre físicamente poderoso y atractivo, y aquí no hay que olvidar que es un semidiós, ya que nació de la unión entre el dios Indra y la mortal Kunti. Encarna Arjuna todos los valores de la sociedad india de ese entonces. Demuestra siempre equilibrio en su personalidad y posee una mente sana en un cuerpo sano. Alguien que nadie, que con él se relacione, puede dejar de amar, admirar y respetar.

En la cultura india de la gran épica, las personas llevaban diversos nombres, que se usaban de acuerdo al contexto en que se hallara el personaje. Por esta razón, al iniciar la lectura del Mahabharata se siente alguna confusión, pues alguien que es llamado de una manera la primera vez que se menciona, en la siguiente página es llamado de otra manera. Pero gracias al índice onomástico, poco a poco se le coge el truco y ya se avanza en la lectura sin interrupción. Esto explica por qué Arjuna es conocido, además, con otros nombres, y en algún pasaje él mismo habla de ellos, lo que a la postre arroja más luz sobre su personalidad:

Arjuna dijo:

Me llaman Dhananjaya, por haber subyugado a todos los reinos y obtenido sus tesoros.

Me llaman Vijaya, porque cuando enfrento reyes invencibles, nunca regreso sin vencerlos.

Me llaman Swetavahana, porque en batalla siempre arrastran mi carruaje los caballos blancos vestidos con armaduras doradas.

Me llaman Falguna, porque nací en el seno del Himavat en un día en que la constelación Uttara Falguna estaba en ascenso.

Me llaman Kiritin, por llevar la diadema celestial que Indra me colocó en la cabeza durante mi encuentro con los poderosos Danavas.

Soy conocido como Vibhatsu entre dioses y hombres, por nunca haber cometido una acción detestable en el campo de batalla.

Y como al usar el arco soy capaz de usar mis dos manos con igual destreza, soy conocido como Savyasachin entre dioses y hombres.

Me llaman Arjuna porque mi tez es muy rara dentro de los cuatro límites de la tierra y porque también mis actos son siempre inocentes.

Soy conocido entre los seres humanos y los celestiales con el nombre de Jishnu, porque soy siempre triunfante.

Y Krishna (igual que su primo, el Señor Krishna), por mi piel oscura de gran pureza.

Nacimiento

El rey por derecho de los Kurus era Dhritarashtra, pero al haber nacido ciego, lo que era un impedimento legal, su hermano menor, Pandú, debía ascender al trono. Así que Pandú, excelente guerrero, siendo rey salió a conquistar el mundo, y en esa dura tarea duró varios años, pero los resultados fueron estupendos, pues con sus conquistas engrandeció el reino de los Kurus.

Cuando regresó triunfante a Hastinapura, la capital del reino, dijo a su hermano ciego, Dhritarashtra, que se retiraría del fragor de la vida y se aislaría en el bosque para vivir apaciblemente con sus dos esposas, Kunti y Madri. Entonces entregó el trono a su hermano invidente, y se marchó.

Pandú, feliz y dedicado a la vida bucólica, un día vio un ciervo entre la maleza y le disparó varias flechas, hiriéndolo de muerte. El ciervo, entonces, tomó figura de hombre y se le descubrió como un rishi (sabio), que queriendo gozar del sexo sin obstáculos ni prejuicios, como los animales, había tomado junto con su pareja la forma de ciervos. Ahora ella estaba muerta y él a punto de morir. Entonces maldijo a Pandú: la próxima vez que llegara a tener sexo, moriría.

Después de este terrible incidente y como es natural, la vida de Pandú cambió. Ya no hallaba gozo en nada y además comenzó a sentir que le hacía falta tener hijos para morir tranquilo. Pero como no podía tener sexo con sus esposas, entonces recordó el don que tenía una de ellas, Kunti, y que consistía en que ella podía invocar a voluntad a un dios y pedirle que le otorgara un hijo. Entonces Kunti invocó a cinco dioses sucesivamente y procreó con 3 de ellos a 3 hijos, mientras que la otra esposa, Madri, procreó con los otros 2 dioses a 2 hijos. Estos son los cinco hijos de Pandú, o sea los Pándavas. El tercero de ellos fue Arjuna, hijo del dios Indra.

Después del nacimiento de sus hijos, Pandú algún día cayó en tentación con una de sus esposas, Madri, y a pesar de que ella se resistió con todas sus fuerzas, pues conocía la nefasta consecuencia que un acto sexual acarrearía para su esposo, sin embargo él la dominó y en el momento de consumar el acto, murió. Madri ascendió a la pira funeraria para acompañar a su esposo a la otra vida, mientras que Kunti se hizo cargo de los cinco muchachos y con ellos llegó a la capital del reino, Hastinapura, y se presentó ante el tío de los Pándavas, Dhritarashtra, el rey ciego, que por su parte, y con su esposa Gandhari, había tenido 100 hijos de un solo embrión.

Educación

Drona, un brahmín experto en artes militares avanzadas, es el maestro de Arjuna y sus hermanos (Pándavas), así como de los hijos del rey Dhritarashtra (Káuravas), dentro de los cuales destaca el mayor, Duryodhana. Además de los Pándavas y Káuravas, que eran los príncipes del reino, había otros alumnos pertenecientes a la realeza. Y dentro de todos ellos, el gran maestro que era Drona, comenzó a distinguir a Arjuna por su talento, dedicación, personalidad, etc. Con el tiempo, Drona le tomó tal cariño, que manifestó amarlo más que a su propio hijo, Aswatama, también alumno en su escuela. Este cariño por Arjuna llevó a Drona a entregarle los mantras para usar el arma más letal, el Brahmastra, que podía destruir ejércitos en un instante, pero no debía usarse contra un ser humano aislado, porque de hacerlo, su excesivo poder acabaría con la tierra. Algo así no hizo Drona con ningún otro alumno. Desde aquí, aún tan joven, Arjuna se va imponiendo sobre todos los demás como un guerrero superior.

Esta superioridad la conserva a lo largo de todo el Mahabharata, pues es triunfador en varias guerras menores, conquista muchos reinos, doblega numerosos enemigos tanto humanos como no humanos, estos últimos, como en la guerra que llevó a cabo contra los Asuras (deidades demoníacas) en Indraloka (la morada de Indra), en la que también resultó victorioso.

Y ya en la gran guerra, la de Kurukshetra, su valor y poderío lo hacen protagonista de las más grandes, sangrientas y gloriosas batallas, en las que muchas veces combatió y triunfó usando solo un brazo. Además, como era uno de los grandes jefes, tenía derecho a un cochero, quien era nada menos que el Señor Krishna en persona, lo que coadyuva a sus arrolladoras victorias, y en alguna ocasión Arjuna salvó su vida gracias a la intervención del Señor Krishna.

Dentro de los grandes jefes muertos por Arjuna en la guerra de Kurukshetra, figuran Bhishma, Bhagadatta, Jayadratha, Susharma, y su archienemigo, Karna.

En otros blogs se ha contado el nacimiento de su rivalidad con Karna, y también el Swayamvara donde conquistó la mano de Draupadi, así como el aborrecible juego de dados, donde Draupadi es vilipendiada por los Káuravas. Fue en este incidente cuando Arjuna prometió matar algún día a Karna, como en efecto lo cumplió en la gran guerra.

Arjuna, además de Draupadi, tuvo 3 esposas: Chitrangada, Ullupi y Subhadra. Con esta última procreó al más famoso de sus hijos, Abhimanyu, quien heredó todas sus cualidades y murió como un héroe en la gran guerra, con solo 16 años de edad.  Es de anotar que al morir Abhimanyu, su esposa estaba embarazada, y este hijo póstumo, Parikshit, fue el último rey de la dinastía de los Kurus.

El incendio del bosque de Khandava

El dios del fuego, Agni, necesitaba consumir ciertas hierbas que solo se hallaban en el bosque de Khandava, pero cada vez que quería hacerlo, es decir, cada vez que incendiaba el bosque, el dios Indra vertía torrenciales aguaceros para impedir la propagación del fuego. Entonces Agni buscó la ayuda de Arjuna y del Señor Krishna, quienes en una terrible batalla pudieron neutralizar las lluvias y favorecieron el incendio del bosque. Al final, Agni quiere premiar a Arjuna, y hace que el dios Varuna le entregue Gandiva, un arco celestial que tiene flechas inagotables. También le entregó Varuna los corceles blancos que eran invulnerables, no se cansaban, y no podían ser muertos con armas comunes y corrientes. Estas no son ayudas comunes, sino sobrenaturales, lo que contribuye a la grandeza e invencibilidad de Arjuna.

Otros dones otorgados por los dioses a Arjuna, le fueron entregados por los dioses Kubera, Yama y Varuna. Después, su padre, Indra, lo llevó a su morada (Indraloka) y le entregó todos sus astras (armas sobrenaturales, presididas por una deidad específica, que se invocaba por medio de un mantra). También en este viaje a los cielos, obtuvo el astra más mortífero de todos, Pasupata, de manos del mismo Señor Shiva en persona.

Vemos cómo este héroe además de ser el más grande, fuerte y noble, es ayudado con largueza por los dioses. Es el amado de los dioses. O tal vez por esto mismo es el más grande.

Preparativos para la guerra

Los príncipes Pándavas habían sido despojados de sus derechos por Duryodhana, hijo mayor del rey invidente, Dhritarashtra, y no sin la ayuda solapada de este último. Por esta razón, los Pándavas habían decidido tomar las armas para defender sus derechos y comenzaron los preparativos para la gran guerra por parte de ambos bandos: el de Arjuna y el de Duryodhana. Ambos guerreros buscaron el apoyo de los diversos reyes tributarios del gran reino de los Kurus.

En la ciudad de Dwaraka residía el Señor Krishna, quien era su príncipe y poseía enormes riquezas y un poderoso ejército. Mientras Arjuna se dirigía a su palacio en solicitud de ayuda, los espías de Duryodhana le alertaron de las intenciones del Pándava, y entonces Duryodhana, de forma precipitada, viajó a Dwaraka para llegar antes que Arjuna y obtener así la ayuda del Señor Krishna. Efectivamente, alcanzó a llegar primero que Arjuna, quien llegó un poco después, encontrándose ambos en el salón de espera.

Informados de que el Señor Krishna estaba descansando, sin embargo les permitieron entrar, en el orden de llegada, a la recámara, para esperar el despertar del Señor Krishna. Entonces Duryodhana entró el primero, y se sentó al lado de la cabecera. Después entró Arjuna, quien permaneció a los pies del Señor.

Cuando el Señor Krishna abrió los ojos, lo primero que vio fue a Arjuna, quien estaba a sus pies, y solo después se percató de que a su lado estaba también Duryodhana. El Señor Krishna los saludó a ambos con afecto y les preguntó la razón de su visita. Entonces Duryodhana, después de informarle lo que buscaba, le pidió que lo ayudara solo a él, pues según la costumbre, así debía hacerse con quien había llegado primero, como podía testificar la servidumbre, así como el hecho de estar a la cabecera de la cama.

El Señor Krishna le respondió que no tenía dudas de que él había llegado primero, pero que no obstante, cuando él había abierto los ojos, al primero que había visto era a Arjuna, así que ante el dilema, no podía hacer más que ayudarlos a ambos. Entonces les dijo: Tengo dos cosas para ofrecerles, y ustedes escogerán la que quieran: un poderoso ejército, extraordinariamente experimentado, disciplinado y  dotado con las más variadas y letales armas. Por otra parte, me tengo a mí mismo, y me ofrezco a acompañar a alguno de ustedes en la guerra, pero iré sin armas, pues no participaré en las hostilidades; solo tendrán mi compañía.

De inmediato, Arjuna tomó la mano del Señor Krishna y la besó fervorosamente. Luego le dijo que no necesitaba nada más que la presencia de Él para ganar cualquier guerra. Y le agradeció con ojos humedecidos. Duryodhana, por su parte, sin creer lo que oía de labios del ingenuo de Arjuna, saltó exultante y agradeció al Señor Krishna el poderoso ejército que le acababa de entregar. Esta es la historia de cómo el Señor Krishna llegó a ser el cochero de Arjuna durante la guerra, y del diálogo que entre ellos ocurrió momentos antes de empezar la confrontación, conocido como el Bhagavadgita.  

El Bhagavadgita

La gran epopeya del Mahabharata consta de 100 mil versos, y dentro de estos, hay solo 700 versos que se conocen como el Bhagavadgita. Estos versos ocurren a raíz de la duda que surge en Arjuna el día en que la guerra iba a comenzar. Ambos ejércitos estaban alineados uno frente a otro dispuestos a comenzar la lid. Entonces Arjuna pide a su cochero, el Señor Krishna, que conduzca el carruaje y lo coloque cerca de sus enemigos. Cuando ve entre ellos a sus mayores, a sus primos, tíos, preceptores y amigos, siente que no va a poder luchar contra ellos y matarlos. Entonces dice al Señor Krishna que no va a luchar. Aquí comienzan los famosos 700 versos. Aquí empieza el famoso diálogo, que al escenificarse en un campo de batalla, es tomado por muchos como una alegoría de la guerra que todos libramos por dentro. Nuestra lucha por deshacernos de los apegos, simbolizados por los parientes o seres queridos.

El Señor Krishna le dice a Arjuna que no debe caer en la cobardía de no luchar. Le dice que por su condición de chatria (guerrero) está obligado a luchar. Pero no es solo luchar por la victoria, sino que va mucho más allá: luchar sin apego al resultado final, es decir, mediante la acción no-egoísta. A lo largo del diálogo, se tocan temas éticos, filosóficos y espirituales. Así mismo le enseña la relación del ser humano consigo mismo, con los demás y con el universo. Todas estas ideas en determinado momento llevan al lector a reconocer los problemas fundamentales de la vida, que desbordan el contexto de la guerra que se narra, y que tocan la mente y el corazón del lector. 

El Bhagavadgita es el más conocido y famoso de los textos religiosos hindúes, cuyas enseñanzas han inspirado a millones de personas no solo en la India sino en todo el mundo.

En el Bhagavadgita podemos ver la esencia que diferencia a los textos religiosos de la India de textos exotéricos de otras religiones: no se trata solamente del correcto comportamiento, de la ley a seguir para venerar a la divinidad, sino que se trata del camino y el método (yoga) para lograr la divinidad. Tal conocimiento esotérico y arcano, difícilmente ha sido presentado de manera más clara y simple.

Muerte de Arjuna

Años después de la guerra y después de que su amado Maestro, el Señor Krishna hubo desencarnado, los Pándavas quedaron desolados. No solo habían perdido al Señor Krishna, que era la razón de sus vidas, sino que ya no deseaban el poder que ostentaban sobre toda la tierra. Así, que, su victoria, en realidad no había sido una victoria total. Terminando una de las grandes eras (yugas) de la humanidad e iniciando la actual, denominada Kali Yuga, los Pándavas entregan el trono al último de la dinastía, Parikshit, nieto de Arjuna, y deciden  ascender al cielo en cuerpo y alma. 

Para ello comienzan a subir los Himalayas. Iban los 5 hermanos y su esposa, Draupadi. En el ascenso, de pronto, cae muerta la mujer. Los esposos hacen una reflexión del por qué ella, siendo un ser humano tan rebosante de cualidades, no pudo llegar al cielo; después, continúan su ascenso. Así van cayendo uno a uno, y con cada muerte, los sobrevivientes reflexionan sobre el hecho de por qué cada persona tiene algún impedimento para el premio final. Por fin llega el turno de Arjuna, y, en la reflexión, sus hermanos sobrevivientes sacan en claro que Arjuna era arrogante con respecto a su destreza en la batalla. Finalmente, todos se encuentran, no en cuerpo y alma, sino solo en alma, en el cielo.

Dos grandes epopeyas de la India y del Asia Sudoriental

EL MAHABHARATA Y EL RAMAYANA por Arthur L. Basham* (Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo de la UNESCO, Diciembre de 1...