Introducción III
Vyasa y Ganesh
Vyasa y Ganesh
Sauti continuó:
—Después de haber analizado la Verdad eterna mediante austeridades y meditación, el noble Vyasa, hijo de Satiavati, concibió este sagrado poema del Bharata. Cuando lo hubo terminado, Vyasa comenzó a considerar en qué forma podría enseñárselo a sus discípulos. Conociendo su preocupación, el propio Brahma se apareció ante él. Vyasa, al verle, se sorprendió, y tras presentarle humildemente sus respetos y ofrecerle asiento le dijo: “¡Oh Brahma!, he compuesto un poema que explica los misterios de los Vedas, los rituales de los Upanishads, la naturaleza de la degeneración, del miedo y de la enfermedad; la existencia y la no-existencia, las leyes de la vida y el significado de los Puranas. Habla del ascetismo y de los deberes de los estudiantes; de las dimensiones del Sol, la Luna y las estrellas; de los seres celestiales y humanos. Habla de la guerra, de los distintos pueblos y lenguajes, de la naturaleza de las costumbres y del Espíritu que todo lo penetra. Todo eso está en mi poema, pero no puedo encontrar a nadie que sea capaz de tomarlo al dictado comprendiendo su significado íntegro.”
»Entonces Brahma dijo: “Sé que en este poema has revelado la palabra divina en el lenguaje de la verdad desde la primera letra. El tuyo será un poema que ningún poeta del mundo podrá igualar. Llama a Ganesh y él escribirá tu poema.” Y después de decir esto Brahma desapareció y regresó a su morada.
»Vyasa llamó mentalmente a Ganesh y cuando éste se presentó ante él, le pidió que tomase al dictado el poema que había concebido.
»Ganesh le contestó: “Lo escribiré con la condición de que no vaciles ni un momento al dictar.” A lo cual Vyasa respondió: “De acuerdo, pero yo también tengo una condición: que comprendas completamente lo que digo antes de escribirlo.” “Que así sea” dijo Ganesh, y Vyasa comenzó a dictar sus versos cargados de denso significado.
»Y algunos versos eran tan profundos y su significado tan misterioso que nadie, hasta el día de hoy, ha sido capaz de comprenderlos íntegramente. Incluso el omnisciente Ganesh necesitaba detenerse a pensar de vez en cuando para poder comprenderlos; estas pausas las aprovechaba Vyasa, para continuar componiendo muchos otros versos en su mente y así poder continuar el dictado sin vacilación. »
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