En la entrada anterior hablamos de Satyavati, pero también mencionamos a Bishma, uno de los personajes más importantes del Mahabharata, por lo que vamos a dedicar esta entrada a complementar la biografía del gran Devavrata, como se llamaba antes de su voto de castidad, el gran héroe.
Recordemos que su madre, Ganga, ahogó a 7 bebés antes de que naciera Bishma. Pero hay una explicación para tan terrible historia:
Cierta vez, los ocho Vasus visitaron al sabio Vashishta. La esposa de uno de ellos se encaprichó con la vaca preferida por el sabio y pidió a su esposo Prabhasa, que la robara. Este cumplió los deseos de su esposa y robó la vaca con la ayuda de sus hermanos. Como consecuencia, el sabio los maldijo a todos a nacer como humanos. Pero ellos imploraron clemencia y el sabio, ablandándose, les permitió que solo vivieran por muy poco tiempo entre los humanos.
En cuanto al mayor culpable, Prabhasa, el sabio Vashistha no se ablandó, sino que por el contrario, lo condenó a vivir muchísimo más que cualquier otro humano. Se entenderá, entonces, la razón para que los bebés de Ganga murieran casi de inmediato. En cuanto a Prabhasa, para que se cumplirá la maldición, le correspondió ser salvado de la muerte por su padre, Zantanú, y vivir como Devavrata o Bishma.
Entonces, el gran Bishma, conocido entre otras muchas cosas por su desmesurado voto de castidad (ver entrada anterior), también iría a tener una larguísima vida. Bishma no era un humano común. Tal vez no era humano aunque lo pareciera. Cuando Ganga lo llevo con ella después de que Zantanú le salvara la vida, se dedicó a impartirle la mejor educación que pudiera tener un príncipe. Veamos quienes fueron sus ‘modestos’ maestros:
Brihaspati, preceptor de Devas, y Shukracharya, preceptor de Asuras, le enseñaron los deberes de un rey o ciencia política. El sabio Vashishta y Chyavana, el hijo de Bhrigu, le iniciaron en los Vedas. Sanatkumara, el hijo mayor de Brahma, le enseñó las ciencias mentales y espirituales. Markandeya, quien obtuvo el don de la eterna juventud por parte del Señor Shiva, enseñó a Devavrata los deberes de los Brahmanes. Parashurama, de la raza Bhrigu, lo inició en las artes de la guerra. Y, finalmente, pero no menos importante, el dios Indra le entregó a Devavrata el conocimiento de armas celestiales.
El nombre ‘Bishma’ significa “el hombre del extremo juramento”, y fue adoptado después del extremo voto de castidad que hizo, según vimos en la entrada anterior. Este voto impresionó tanto a los dioses, que le fue otorgado el don de tener control sobre el día de su muerte. El otro voto que hizo Bishma, fue el de ver en todo ocupante del trono de Hastinapura a su padre Zantanú, y servirle a él y al reino como a su propio padre.
Cuando se realizó el Swayamvara de Amba, Ambika y Ambalika, y no fue invitado su hermanastro, el rey Vichitravirya, Bishma montó en cólera y asistió al evento para raptar a las tres doncellas y traerlas ante su hermanastro. Todo esto no sin antes haber derrotado en batalla a todos los príncipes allí presentes, dentro de ellos Salwa, el prometido de Amba.
Cuando una vez cometido el rapto Amba le confesó a Bishma que ella y el príncipe Salwa estaban comprometidos, Bishma la dejó en libertad. Pero cuando ella llegó ante su prometido, este la rechazó. Así que Amba, presa del dolor, volvió donde Bishma y le dijo que por ser él el culpable de su situación, debería, por lo menos, casarse con ella. A lo que Bishma, por su voto de castidad, se negó. Aquí hay que entender el contexto histórico del Mahabharata, para apreciar la situación infeliz en que se encontró de pronto Amba.
Y se sintió tan absolutamente pisoteada y desventurada, que juró vengarse de Bishma, así se le fuera toda la vida en lograrlo y si no le alcanzara la vida, en su siguiente encarnación seguiría buscando venganza. Así que después de dedicarse por muchos años a poderosísimas disciplinas ascéticas, llamó la atención del Señor Shiva, que enterado de la historia de Amba, le aseguró que en su próxima vida nacería como hombre, que su nombre sería Shikandi, que recordaría su anterior vida y que sería instrumento para la muerte de Bishma.
A pesar de que Bishma era un renunciante, le correspondió criar a sus nietos, los hijos de Dhritarashtra y los hijos de Pandú, es decir, a los Kurus. Dentro de su labor educadora, admitió y acogió a Drona como el instructor de armas y guerra de los jóvenes príncipes, siendo Drona otro de los personajes vitales del Mahabharata. Con el paso del tiempo y ya en su adultez, gracias al mal corazón de uno de los jóvenes príncipes, Duryodhana, los Kurus se dividieron en los dos bandos que se enfrentaron en la terrible guerra del Kurukshetra: los Kauravas y los Pandavas.
Durante el famoso juego de dados, en el cual de manera tramposa Duryodhana despojó del derecho al trono a su primo Yudhishtira y, entre otras humillaciones, irrespetó a su esposa, Draupadi, y expulsó a los Pandavas del reino, Bishma mantuvo un silencio inexplicable. Por esta razón ha sido duramente criticado y su enorme figura no deja de mostrar esa gran mancha. Pero una de las virtudes del Mahabharata es que sus personajes no son perfectos, ni aun uno solo. Aunque Bishma puede alegar en su defensa, que había jurado defender al ocupante del trono como a su propio padre. En este caso, el rey ciego Dhritarashtra, padre y alcahuete de Duryodhana.
Durante la guerra, Bishma fue el Comandante Supremo de los ejércitos Kurus. Gracias a su educación y destrezas tanto para la guerra como para la paz y a pesar de ser 5 generaciones mayor que los demás, es decir, el gran abuelo, el padre de todos, no tenía rival que pudiera enfrentarlo. Él solo mataba a 10 mil soldados de a pie y a mil aurigas diariamente, pero no mataba a ninguno de los príncipes Pandavas, pues su amor por ellos era más fuerte. Ante este hecho, Duryodhana lo criticaba amargamente.
Pero los Pandavas también amaban con todo su corazón al abuelo, y aunque alguno de ellos fuera rival para él, ninguno hubiera atentado contra su vida. Y si alguno hubiera hecho el atentado, con seguridad Bishma iba a sobrevivir, pues solo él podía elegir el momento de su muerte. Así que en determinado momento, la guerra estaba en un punto muerto. Reflexionando sobre este hecho, los Pandavas decidieron consultarlo con el mismo Bishma y fueron a visitarlo.
Bishma lo sabía. Sabía que él era un obstáculo pues ellos no lo iban a matar, y mientras él viviera, la guerra seguiría, así fuera en un punto muerto. Entonces el abuelo, el gran Bishma, el hombre del extremado juramento, hizo algo de acuerdo con su grandeza: les dijo cómo podrían matarlo. Les dijo que si se ponía frente a él una mujer, él bajaría sus armas y entonces podrían eliminarlo.
Amba fue la mujer, aunque ahora era hombre y se llamaba Shikandi. Arjuna, el guerrero más diestro de los Pandavas, puso a Shikandi frente a su carro y fue a enfrentar al abuelo. Cuando Bishma vio a Shikandi, y conocedor de quién había sido él (ella) y de su juramento anterior, no tuvo más remedio que bajar sus armas. Entonces Arjuna le disparó miles de flechas y el gran Bishma, el hombre del extremado juramento, el hombre que podía decidir su muerte, y el hombre sin par en la tierra, cayó abatido y al caer, lo hizo sobre las flechas que tenía clavadas en la espalda y sobre ellas quedó suspendido: quedó yacente en un lecho flechas. Aun así, siguió vivo, esperando la mejor posición de los planetas para desencarnar. Por eso tuvo tiempo de dar sabios consejos a Yudhisthira, entre varios temas, sobre el manejo del Estado y los deberes de un Rey.
Bishma es tomado como ejemplo de la devoción y el sacrificio. La compensación por la acumulación de energía gracias a su voto de castidad fue que se convirtió en el hombre más fuerte de su era (aquí ‘fuerte’ se debe entender no solo respecto a la parte física, sino a la emocional, la intelectual y la espiritual). Tenía todas las condiciones para ser el rey más poderoso de la tierra y combinó en él algo inusual: era a la vez un chatria (guerrero) y un asceta. Es triste ver el espectáculo de un hombre como él vivir una vida solitaria, llena de frustraciones y tristezas. Pero esa fue la maldición que le lanzó el sabio Vashistha en su anterior vida. Pero lo asombroso y ejemplar es que su vida transpiró el Dharma hasta último momento.
A pesar de su gigantesca talla humana, de ser un erudito, un asceta, un político, un guerrero, cuya vida dedicó al Dharma, no dejó de cometer sus errores: cuando raptó a las princesas, entre ellas Amba; cuando guardó silencio ante el tramposo juego de dados y ante el vilipendio de Draupadi; y el peor de todos sus errores: cuando falló en erradicar el odio que Duryodhana incubó y desarrolló por sus primos los Pandavas.
Pero en el balance final, fue un bueno y extraordinario hombre, maestro de todos nosotros: de los de su época y de los de la nuestra. Por eso se le conoce también como ‘achraya’ (maestro). ‘Bishmachraya’. Hoy en día hay fiestas religiosas en su honor en la India, y muchas ceremonias auspiciosas para tener un hijo con sus cualidades. Su nombre es muy popular entre los indios, y se han hecho numerosas películas, en la India, sobre su vida.
Artículo adaptado del portal Vyasa Mahabharata in Kannada
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