viernes, 13 de abril de 2018

Un sabio poeta ha oído recitar el Mahabharata

Introducción I y II

¡Om! Tras inclinarnos con reverencia ante Narayana y Nara, supremos entre los hombres, y también ante la diosa Saraswati, debemos decir: ¡Victoria!.

UN SABIO POETA HA OÍDO RECITAR EL MAHABHARATA

UGRASRAVA (4), hijo de Lomaharshana (5), también llamado Sauti, era un gran poeta y orador, conocido por sus maravillosos relatos de historias sagradas. En una ocasión, se dirigió al bosque sagrado Naimisha donde el erudito rey Saunaka, ayudado por sabios ascetas, realizaba un ritual védico de doce años de duración. Inclinándose humildemente, Sauti se acercó a aquellos ascetas, los cuales, al verle llegar a su recluida morada en la selva, se dirigieron al él deseosos de escuchar las maravillosas historias del gran Sauti. Éste, juntando las palmas de sus manos, saludó a aquellos sabios y se interesó por los progresos de su ascetismo.

Cuando todos los ascetas se hubieron sentado de nuevo, el hijo de Lomaharshana humildemente ocupó el asiento que se le había preparado. Viendo que el invitado se encontraba cómodo y descansado de su largo camino, uno de los Rishis (6) comenzó la conversación preguntándole:

— ¿De dónde vienes, venerable Sauti, y en qué sitios has estado? Cuéntanoslo todo. Ante esta pregunta, el elocuente Sauti, sentado en medio de aquella gran asamblea de ascetas contemplativos, dio una respuesta acorde con el modo de vida de aquellos santos:

— He estado en el Sacrificio de las Serpientes celebrado por el sabio rey Janamejaya, donde escuché las extraordinarias historias sagradas del Mahabharata, compuesto por Krishna Dwaipayana (7), y que fueron recitadas en su totalidad por su discípulo Vaisampayana en presencia de aquel gran rey. Después, recorrí diversos lugares y visité aguas sagradas y santuarios. Fui al país venerado por los renacidos y llamado Samantapanchaka donde antiguamente se libró la batalla entre los Kurus y los Pandavas. Tras eso, deseando veros a todos vosotros, a los que considero sabios auto-realizados, he venido a este lugar donde brilláis con el esplendor del fuego solar. Ya que habéis terminado por hoy vuestros cánticos y habéis alimentado el fuego sagrado, podéis tomar un descanso. Decidme pues, ¿de qué deseáis que os hable? ¿Queréis que os cuente las edificantes historias sagradas de la antigüedad? ¿Queréis que os hable de los principios universales de justicia, o quizás queréis que os relate los hechos de los ilustres santos y soberanos de la humanidad?

El rishi respondió:

— Deseamos oír la historia llamada Bharata compuesta por el maravilloso Vyasa (8) tal como se la oíste contar a Vaisampayana en el Sacrificio de las Serpientes del rey Janamejaya.

LA CREACIÓN DEL MUNDO

ENTONCES Sauti dijo:

— Primeramente rendiré homenaje al ser primordial Isana, fuente de todo lo que existe, el ser primordial Absoluto, el Único, Brahma, perceptible, imperceptible y eterno; que es a la vez existente y no existente; que es el universo y a la vez trasciende el universo existente y no existente; Creador, Anciano, Inexhaustible; que es venerado como Vishnu, benefactor y beneficencia, puro e inmaculado. Ante Él me inclino con reverencia.

»Os contaré el poema compuesto por el gran santo, venerado y honrado por todos, el ilustre y sabio Vyasa cuyo brillo es ilimitado. Algunos poetas han cantado ya este poema. Otros lo enseñan a sus discípulos y otros lo recitarán en el futuro. Es una gran fuente de conocimiento establecido sobre los tres mundos.

»En este mundo, cuando estaba desprovisto de luz y envuelto en las tinieblas, apareció como la primera causa de la creación un enorme huevo, la inextinguible semilla de todos los seres creados, formado al principio del Yuga y llamado Mahadivya (9). En él estaba la verdadera luz Brahma. De este huevo surgió Prajapati, Señor de las criaturas, con Suraguru y Sthanu. Después aparecieron los veintiún Señores de la creación, que son: Manu, Vasishtha, Parameshthi; los diez Prachetas, Daksha, y los siete hijos de Daksha. Después apareció el universo con su alma inmensa, los Viswe devas, los Adityas, los Vasus, y los gemelos Aswins; los Yakshas (10), los Sadhyas (11), los Pisachas, los Guhyakas, y los Antepasados. Después surgieron los más santos Brahmines, y numerosos reyes sabios dotados de las más nobles virtudes. Después apareció el agua, los cielos, la tierra, el aire, el cielo, los años, las estaciones, los meses, el día y la noche. Y así surgieron todas las cosas conocidas por el hombre.

»Y todo lo que se ve en el universo, animado o inanimado, al final del mundo y a la expiración del Yuga de nuevo desaparecerá. Y al comienzo de otros Yugas todas las cosas serán renovadas. Y así como los diversos frutos de la tierra se suceden en el debido orden de sus estaciones, así continuará perpetuamente girando en el mundo, sin principio ni fin, esta rueda de la existencia que causa el origen y el fin de todas las cosas.

»El total de los Devas (12) creados es treinta y seis mil trescientos treinta y tres. De los antiguos Vivaswans (13), Mahya fue el más joven. Su hijo fue Devavrata (“entregado a los dioses”). Éste tuvo a Suvrata (“estricto en el cumplimiento de su deber”) el cual tuvo tres hijos: Dasajyoti (diez luces), Satajyoti (cien luces), y Sahasrajyoti (mil luces), cada uno de los cuales produjo numerosos descendientes. De ellos descienden las familias de los Kurus, de los Yadus, y de Bharata; la familia de Yayati y la de Ikshwaku; también todos los Rajarishis. Numerosas fueron las criaturas engendradas, todas las cuales son lugar de residencia del Ser.

»El misterio de la Trinidad, los Vedas, el Yoga, el Dharma, Artha y Kama, así como las reglas de buena conducta de la humanidad e historias y discursos de tonos varios, todo lo cual fue contemplado por el Rishi Vyasa, se halla en este libro.

»Vyasa enseñó este ingente conocimiento tanto en forma abreviada como en forma detallada. Es deseo de los eruditos del mundo el poseer ambas formas. Algunos leen el Bharata desde el mantra o invocación inicial, otros comienzan con la historia de Astika, otros con la de Uparichara, mientras que algunos Brahmanas lo estudian en su totalidad. Muchos hombres ilustres muestran su conocimiento realizando comentarios de esta obra. Algunos tienen el don de saber explicarla mientras que otros tienen el don de recordarla íntegramente. »

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(4) “Ugrasrava”, literalmente “voz poderosa”.
(5) “Lomaharshana”, literalmente “pelos de punta”. Se cuenta que siendo discípulo de Vyasa, tan bien había aprendido todas las historias que cuando Vyasa se las oyó contar, se le pusieron de punta todos los pelos de su cuerpo. Por ello llamó a este discípulo Lomaharshana.
(6) Rishi: Sabio, vidente. Hombre inspirado o iluminado. Sabio que no necesita el aislamiento como el Sanyasi. Los rishis son el arquetipo de la Meditación externa. Contactan con “lo humano” y además son muy pedagogos. Pueden tener esposa e hijos. Entre los 7 grandes Rishis se encuentran Valmiki, Narada, Vasistha, etc.
(7) “Krishna Dwaipayana”, literalmente “El moreno nacido en una isla”.
(8) “Vyasa”, literalmente “El Compilador”, nombre por el que se conoce a Krishna Dwaipayana en referencia al hecho de que, según la tradición, fue él quien compiló los Vedas.

 (9) Maha: Gran, Divya: Brillo divino (fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Divya_(name)).
(10) Yaksha: Espíritu Elemental, gnomo.
(11) Sadhyas: Devas del espacio intermedio.
(12) Deva: Ser celestial. Pensamiento activo de la Divinidad sin voluntad propia. Los devas son pura acción.
(13) Vivasvan o Vaivasvata (uno de los hijos del Señor Sol) - progenitor del clan. Sus padres fueron el sabio Kashyapa, padre de todos los seres, y Aditi. Los 12 hijos de Aditi, los Adityas, son las divinidades solares, y ambos nombres Vivaswan y Aditya significan sol. En consecuencia, otro de los nombres de Vivaswan es Surya o el Sol, de aquí viene el nombre, Suryavansha.


domingo, 8 de abril de 2018

Vamos a leer el Mahabharata

Vamos a leer la mejor versión que hay en Español del Mahabharata. Como sabemos, la gran obra fue escrita originalmente en Sánscrito y muchos siglos después se hicieron traducciones completas al Inglés, junto con muchas versiones abreviadas; dentro de estas últimas, una estupenda es la de Kamala Subramaniam.

Esta versión resumida en Inglés, fue la base para las dos mejores versiones que hay en nuestro idioma, a saber, las de Julio Pardilla y Emilio Faro. El gusto del bloguero, sin embargo, lo hace quedarse con la de Emilio Faro, la cual tiene la virtud de que está publicada en la red (aquí el link) para que todo el que quiera, pueda leerla, lo que además dice mucho del alma elevada del profesor Emilio Faro. 

El archivo está en PDF y consta de 750 páginas. Aquí vamos a leer un capítulo semanal, porque estoy convencido de que ese solo capítulo que llegue a enganchar a un internauta, lo hará leer toda la versión del Mahabharata, lo que es el objetivo de este blog. Dar a conocer el Mahabharata o Quito Veda.

Para empezar, nada mejor que conocer el preámbulo que de su versión hace el profesor Faro: 

Preámbulo:

En mi primer viaje a la India, allá por 1984, encontré en una librería de Benarés la edición en doce tomos de la traducción del Mahabharata al inglés de Kisari Mohan Ganguli (1). Por diversas razones no me era posible comprarlos en aquél momento, pero pensé que algún día lo haría. En aquella misma librería hojeé un libro sobre Gurdjieff en el que se decía sobre el Mahabharata: “Lo que no se encuentra aquí no se encuentra en ninguna parte”. Esta frase se me quedó grabada en la mente y no fue sino mucho más tarde que supe que estas palabras provienen del propio Mahabharata.

En posteriores viajes a la India busqué en vano aquella versión de Ganguli que me había cautivado en Benarés. Sí encontré otras versiones, como la deliciosa traducción de partes escogidas de P. Lal, de apenas 250 páginas, de la que compré varios ejemplares y que leí con avidez y fascinación.

Por fin, en 1996, encontré en una librería de Connaught Place (Nueva Delhi) lo que ahora era una edición facsímil de aquella que había visto en mi primer viaje a la India (con la diferencia de que ahora estaba editada en rústica, en cuatro gruesos volúmenes). También vi en aquella librería una versión del Mahabharata en un solo volumen, más grande y de unas 750 páginas que destacaba entre todas las versiones “resumidas” que había visto. Esta versión me atrajo porque parecía algo intermedio entre la hermosa versión de P. Lal y la versión completa de Ganguli de varios miles de páginas. Dudando entre comprarlo o no, busqué en este volumen el capítulo del Bhagavad Guita (la parte del Mahabharata que mejor conocía) y hojeándolo por encima me satisfizo tanto que decidí comprarlo también. Esta versión intermedia, obra de la señora Kamala Subramaniam, parecía seguir muy de cerca al original al menos los episodios incluidos. Y según el prólogo incluía “todos los episodios y conversaciones importantes” y además “en algunos lugares no es un resumen sino el original".

La presente versión en español es, en su mayoría, una traducción de dicha versión en inglés de Kamala Subramaniam. Para realizar esta traducción he tomado como punto de partida una versión en español de Julio Pardilla publicada en 1997 por la editorial Edicomunicación en dos volúmenes. Esta obra se ajusta tan admirablemente al texto de Kamala Subramaniam, que si no fuera porque no hace referencia alguna a aquél, se diría que es su directa traducción al español. Además, pasando por alto cierto número erratas y errores, realmente transmite la belleza de la dramatización lograda por la prosa de Kamala Subramaniam. Durante varios años, en mi tiempo libre, me he dedicado a cotejar diversas fuentes, pulir la traducción y corregir errores.

A medida que avanzaba el trabajo y que consultaba otras versiones en inglés y en español (2) fue surgiendo el deseo de incluir algunos hermosos episodios del Mahabharata que, por no ser esenciales para el argumento central de la historia, no habían sido incluidos en la versión de Kamala Subramaniam. El propio Mahabharata nos dice que Vyasa compuso primeramente un poema llamado “Bharata” que contenía esencialmente la historia de los cinco Pandavas tal como ocurre en la obra de Kamala Subramaniam. Más tarde compuso otros poemas complementarios relatando historias de las generaciones anteriores a los Pandavas, historias de sus descendientes, notas aclaratorias, resúmenes e incluso un índice o “Libro de Contenidos” en verso. Esa versión ampliada es lo que es denominada por los eruditos el Maha-Bharata, o Gran Bharata.

Todos los episodios complementarios que he querido incluir en esta versión están sacados de la traducción completa de Ganguli. Algunos de ellos son parte del folclore que rodea al Mahabharata y que en la India se pueden oír en trenes o autobuses de boca de gente sencilla y a veces incluso analfabeta. Otros episodios, menos conocidos, tienen interés como textos complementarios que sitúan la épica en su contexto cultural. Otros, en fin, decidí incluirlos simplemente por su conmovedora belleza o la profundidad de su enseñanza. El resultado es la presente versión en la que intentando conservar el estilo ameno de Kamala Subramaniam ampliando su versión con los episodios o pasajes que se citan a continuación:

Introducción. Textos seleccionados del Adi Parva (primer libro del Mahabharata) traducidos de la versión de Ganguli con apoyo en el primer volumen de Van Buitenen.

Libro 1. Los Orígenes: Los Capítulos I y II no aparecen en la versión de Kamala Subramaniam. Aquí están traducidos de la obra de Ganguli con apoyo en la traducción de Van Buitenen y en las versiones de P. Lal y deW. Buck.

En el Capítulo IX, “Satyavati y Bhishma” la conversación entre Satyavati y Bhishma está ampliada respecto a la que aparece en la versión de Kamala Subramaniam.

Libro 5. El Consejo: Capítulo XII. Krishna y Vidura. Lo que en la versión de Kamala Subramaniam es la frase final: “Krishna dio por terminada la cuestión y después hablaron de muchas cosas.”, está ligeramente ampliado incluyendo la traducción completa del párrafo correspondiente a partir de la versión de Ganguli.

Libro 10. Después de la guerra: He indicado los puntos en donde comienzan los libros 10 a 18 de la obra completa.

VIGO, noviembre de 2008
EMILIO FARO

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(1) Disponible íntegramente en: Sacred Texts

(2) Kisari Mohan Ganguli, “The Mahabharata”; P. Lal, “The Mahabharata of Vyasa”; A. B. Van Buitenen, “The Mahabharata. 1. The Book of the Beginning”; W. Buck, “Mahabharata Retold by William Buck”; Jean-Claude Carrière, “El Mahabharata”; Lidchi-Grassi, Maggi, “La batalla de Kurukshetra”.


domingo, 1 de abril de 2018

El Mahabharata y la ciencia de hoy

Ilustración tomada del portal Ancient India

La mayoría de los científicos no lo admiten y tampoco los pseudo-intelecutales, pero lo dijo Albert Einstein: “La imaginación es más poderosa que el conocimiento”. Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha estado experimentando con diferentes clases de guerras en todas las dimensiones posibles. En días remotos, hacer la guerra tenía más o menos la intención de eliminar el mal y establecer la verdad, para lo que se usaron armas altamente sofisticadas, en la mayoría de los casos, solo para evitar posibles destrucciones a gran escala y sus daños colaterales. En verdad, así era el poder y la tecnología que tenían miles de años atrás.

La influencia del Mahabharata

El Mahabharata es una de las dos epopeyas de la antigua India escrita en Sánscrito. Narra la guerra de Kurukshetra, además de los aspectos devocionales y filosóficos que enmarcan el objeto de la vida. En la guerra de Kurukshetra se usaron grandes cantidades de armas mucho más avanzadas y futuristas que las que hoy poseemos. De allá nos vienen los conceptos de astra (misil) y dhanush (lanzamisiles). Los astras eran armas de mano súper-naturales, que eran bendecidas por una deidad específica.

La función del astra era más que la de un misil. Se dice que los astras usados en el Mahabharata, probablemente usaron tecnologías que emitían los más peligrosos rayos, tales como los Gamma y otros, que tenían un poder especial de penetración. Algunos astras retornaban a la persona que los había lanzado, por ejemplo, el Chakra Sudharsana de Krishna. Este pudo ser similar a los misiles re-usables en que actualmente trabaja la Agencia Espacial India (ISRO, por sus siglas en inglés). 

¿Cómo pudo ser posible construir armas tan avanzadas, hace miles de años, sin el conocimiento de la compleja tecnología y sin poseer una infraestructura industrial de gran escala? Pues, bien, esas armas fueron guiadas por algún sistema alienígena de GPS de largo alcance y controladas por mantras, que son similares a lo que hoy en día conocemos por log in y passwords.

Los astras también fueron usados con propósitos defensivos similares al “Campo Tesla”, que se usa para destruir el misil enemigo que viene a destruirnos. El moderno “Campo Tesla” es una descarga eléctrica y cualquier objeto físico con que entre en contacto, recibe una descarga tan grande de energía, que al instante se vaporiza. También se puede comparar con el sistema aéreo de defensa anti-misiles de nuestra época.

La India posee un misil aire-aire llamado Astra, que ve el objetivo más allá del rango visual (Beyond Visual Range Air to Air Missile – BVRAAM).  Este Astra está diseñado para que alcance objetivos a diversas distancias y altitudes, permitiendo cortos y largos alcances (20 a 80 km.) Usa modos de propulsión alternativos y es tecnológicamente más sofisticado que la serie de misiles nucleares Agni.

Armas usadas en el Mahabharata

Astras como Brahmashira, Brahmastra, Pasupatastra, Vaishnavastra, Narayana Astra, Agneyastra, Vayavastra, Nagastra, Vajrastra, Varunastra, etc., se usaron en el Mahabharata junto con indicaciones positivas del uso de armas nucleares. De otra manera, ¿cómo pudieron morir cerca de un millón quinientas mil personas en solo 18 días? 

El grado de devastación encontrado en Mohenjo Daro es exactamente el de Nagasaki. El autor David Davenport, investigador británico que pasó 12 años estudiando las antiguas escrituras indias y recogiendo evidencias en el sitio que ocupó la gran ciudad de Mohenjo Daro, publicó sus hallazgos en 1979 en  un libro llamado “Atomic Destruction in 2000 B.C.”, en el que menciona que hay un epicentro, de unos 45 metros de ancho, donde todo fue cristalizado, fundido o derretido.

Barbarika, un personaje del Mahabharata, tenía la habilidad de marcar sus objetivos tanto para salvarlos como para destruirlos, con la ayuda de sus astras especiales. Consideremos, por ejemplo, que una de las armas del ejército indio es un misil de dos etapas llamado “Nirbhay”, que tiene la capacidad de elegir un solo objetivo en medio de muchos otros. También tiene la capacidad de rodear o circunvalar el objetivo y efectuar diversas maniobras antes de destruirlo.

El concepto Védico

Los Vedas (Veda significa conocimiento) se componen de cuatro antiguos textos indios, cuya datación más lejana está entre 1500 y 1200 A. JC., son también los textos más antiguos del hinduismo, y se conocen como en Rig, Yajur, Sama, y Atharva Vedas.

Los Vedas han influido a muchos genios, desde Tesla hasta Bohr, y los ha incitado a explorar nuevas perspectivas en ciencia y tecnología y a imaginar lo inimaginable. Bohr, Heisenberg y Schrödinger, leían regularmente textos Védicos. Heisenberg, dijo: “La teoría de los quanta no parecerá ridícula a aquellos que han leído el Vedanta” (Vedanta es la conclusión del pensamiento Védico).

Henry David Thoreau, dijo: “En las mañanas, sumerjo mi intelecto en la estupenda filosofía del Bhagavad Gita... en comparación con el cual... nuestro mundo moderno y su literatura son enclenques y triviales”.  

Julius Robert Oppenheimer, el principal desarrollador de la bomba atómica, dijo: “Los Vedas son el más grande privilegio de este siglo”. Cuando estalló la primera bomba atómica, Oppenheimer citó varios versos del Bhagavad-Gita, capítulo 11, entre ellos, este: “Yo soy la Muerte, la causa de la destrucción de todos los mundos...”

Cuando se le preguntó a Oppenheimer si la primera bomba atómica era la primera explosión nuclear, él, muy significativamente, respondió: “Sí, en tiempos modernos, sí”, con lo cual implicaba que en otras épocas habían ocurrido explosiones nucleares.

Se dice que Ciencia y Religión no son diferentes; lo que sucede es que la ciencia es muy joven para entender a la religión. El Mahabharata y los Vedas han influido a una generación de científicos y aún son relevantes en la creación de tecnologías futuristas y avanzadas para la humanidad, incluyendo las armas y las guerras modernas.  


Fuente: Del portal Business Insider India



domingo, 25 de marzo de 2018

Sanjaya


En Oriente el Bhagavadgita es leído con devoción por millones de personas diariamente. En Occidente el número de lectores no es tan elevado, aunque aumenta día a día, y estos nuevos lectores se sienten algo confundidos cuando lo primero que se lee del sagrado Bhagavadgita (Capítulo 1, verso 1) es:  

El Rey ciego Dhritarâshtra preguntó:
1. ¿Qué hicieron, ¡oh Sanjaya!, mis guerreros y los del ejército de los Pandavas para que así se hayan reunido ansiosos de pelea en la sagrada llanura, en el Campo de Kuru?
El Sabio Sanjaya contestó: 
...

En casi todos los casos, el nuevo lector se preguntará, algo confundido, quién es Sanjaya. Entonces se remitirá a la introducción al texto que tiene en sus manos, donde generalmente hay una descripción de los personajes principales, que son el Señor Krishna y Arjuna... pero con ellos siempre está Sanjaya.  

Sanjaya es un Suta(1), un sabio, un discípulo de Vyasa, un personaje secundario, pero sin el cual nada sabríamos del Mahabharata-Bhagavadgita... Aunque quizá estoy equivocado. Porque definitivamente no es un personaje secundario. Es tan principal como el mismo Yudhishtira o Duryodhana. Solo que es lo que hoy conocemos como una persona de ‘bajo perfil’, sin que esta denominación signifique ‘no importante’. Sabemos que el mundo está lleno de personas de bajo perfil que, sin embargo, son tan influyentes o más, que aquellos que están ante la vista de todo el mundo.

Sanjaya es el conductor del coche del rey Dhritarashtra y además su consejero. Es una relación apenas lógica de amistad que se ha fortalecido por años de constante compañía.

A punto de estallar la guerra, Vyasa fue a ver al rey Dhritarashtra en la capital, Hastinapura, que estaba lejos del campo de Kurukshetra, y le ofreció al rey visión divina para que, a pesar de su ceguera y la distancia, pudiera ver los sucesos en el campo de batalla. Pero el rey se negó. 

Entonces Vyasa le otorgó el don a su cochero y consejero, Sanjaya, quien desde entones narró todos los pormenores al rey ciego Dhritarashtra. Aquí resalta la analogía del rey ciego con la ignorancia y de Sanjaya con la visión interna.

El Mahabharata fue originalmente narrado por Vyasa quien lo dictó al Señor Ganesha. Con posterioridad, un alumno de Vyasa lo narró en el llamado ‘Sacrificio del Caballo’ ofrecido por el rey Janamejaya, y dentro de los que allí estaban presentes escuchándolo estaba Sauti, quien lo aprendió de memoria.

Después de un tiempo, Sauti llega al campo de Naimisha donde están reunidos varios santos que acaban de hacer un sacrificio, que cuando ven a Sauti, conocedores de que él sabe la gran historia de Bharata, le piden que la narre. 

Es aquí donde comienza El Mahabharata que todos podemos leer hoy día en sus diversas versiones, y que casi siempre se traduce: 

“Al bosque de Naimisha, donde se hallaban grandes sabios practicantes de arduos votos, llegó Ugrasrava, el hijo de Lomaharshana, llamado también Sauti, hombre bien versado en los Puranas. Se acercó a los sabios que descansaban después de haber asistido al sacrificio que duró doce años ofrecido por Saunaka...” 

Entonces todos escuchan a Sauti narrar el Bharata. Pero cuando llegan al pasaje del que estamos hablando, en el que Vyasa concede la visión divina a Sanjaya, la narración sigue por cuenta de este. 

Durante toda la guerra, Sanjaya tuvo la ingrata misión de narrar al rey Dhritarashtra la muerte de todos los amados jefes de su ejército: Bhishma, Drona, Karna y Salya, así como la muerte de sus cien hijos a manos de los Pandavas. Sin embargo, también Sanjaya fue quien consoló al rey en los momentos más difíciles.

A pesar de su devoción por el rey, Sanjaya nunca le escondió ningún detalle, por violento que fuera, y es conocido por su cruda franqueza al relatar los hechos. Tampoco le ocultó su opinión al rey, que los Kauravas serían destruidos por los Pandavas.

Casi todos los libros que narran la guerra (Bhishma Parva, Drona Parva, Karna Parva, Salya Parva) fueron narrados al rey por Sanjaya, y por supuesto a nosotros, los lectores. Cuando Duryodhana fue muerto, el lamento de Ashvatthama fue escuchado por Sanjaya, quien corrió al campo de batalla con el corazón destrozado. Con la muerte de Duryodhana, la gracia de visión divina en Sanjaya llegó a su fin.

Cuando en el sexto libro (Bhishma Parva) tuvo lugar el Bhagavadgita, momentos antes de iniciarse la guerra, ya Sanjaya tenía la visión divina y ya era el narrador, razón por la que en este santo diálogo aparece en todos los capítulos la frase, “Sanjaya dijo”. 

No podemos resistirnos a reflexionar sobre la analogía arriba citada de la visión interna, pues aparte de Arjuna, Sanjaya fue la primera persona en escuchar de labios del Señor Krishna todo el Bhagavadgita.  

¿Sanjaya es un personaje secundario? No. Es uno de los principales personajes del Mahabharata, un gran sabio, a pesar de ser un Suta. Esta es otra reflexión que deseo tocar tangencialmente: hoy día, que en el mundo no han dejado de existir las clases sociales, no importa si se es de la clase baja, se puede ser sabio, se puede tener visión interior. Se puede ser un grande e importante hombre (en términos espirituales) como lo fue Sanjaya y algunos otros héroes del Mahabharata, como tendremos oportunidad de mencionar más adelante en este blog.  

(1) Un Suta es un hijo de mujer Brahmana y hombre Chatria. Por tanto no es ni Brahmana ni Chatria, sino de casta inferior. Las dos ocupaciones más usuales de un Suta en el Mahabharata son: a) narrador, b) cochero.



viernes, 16 de marzo de 2018

El Mahabharata y los audiovisuales


El Mahabharata inicialmente fue transmitido de forma oral. Con el paso de los siglos fue puesto por escrito, y ya en plenos siglos XX y XXI, llegó al audiovisual. Pero la majestuosidad del original ha tenido que someterse a los modernos medios de comunicación, de tal manera que nunca ha podido transmitirse totalmente, primero, porque la naturaleza de la radio, el cine, el teatro y la televisión, no se prestan para tamaña obra, y segundo, porque los destinatarios, nosotros, ciudadanos de los últimos dos siglos, no estamos acostumbrados ni disponemos del tiempo para digerirla en su forma original.  Veamos algunas obras audiovisuales que están al alcance de la mano en YouTube:

Peter Brooks (Londres, 1925), uno de los directores de teatro más importantes del mundo, puso en escena el Mahabharata, en 1985, exhibición que duró 9 horas y que dejó asombrados y maravillados a los espectadores, en su mayoría personas relacionadas con las artes, que habían comprado boleto a sabiendas de que irían a estar en un espectáculo de duración tan inusitada. Luego de este éxito, comenzó la representación en diversas partes del mundo durante 4 años. Más adelante, en 1989, Brooks llevó la obra al cine, reduciéndola a 5 horas. Aquí el link, que además está al al lado derecho del blog.

La serie india de televisión ‘Mahabharata’, de 1988, tuvo tal éxito, que se dice que en horas de su transmisión, las calles de las ciudades en India se veían despobladas. Fueron 94 episodios de aproximadamente 45 minutos, que duraron 2 años transmitiéndose, entre octubre de 1988 y junio de 1990. Fue producida por B. R. Chopra y dirigida por su hijo Ravi Chopra. Es de resaltar que en el Reino Unido también fue exhibida en 1991, por la BBC, con ratings que llegaron hasta los 5 millones de personas. Esta serie está en YouTube con subtítulos en español, que aunque no muy buenos en su traducción, sin embargo, se dejan entender. Solo se encuentran 23 de los 94 episodios, que de todas formas sirven de abrebocas. 

Lo mencionado más arriba, que los medios de comunicación actuales no están hechos para narrar completamente el Mahabharata, no deja por fuera ni siquiera al libro, que es el medio tradicional por excelencia. 

La traducción completa en inglés, de Kisari Mohan Ganguli, en PDF totaliza 5818 páginas. Como se desprende de este hecho, publicar un libro de este tamaño no es muy comercial. Recordarán que en entrada anterior, comenté someramente sobre los libros resumidos del Mahabharata que hay en nuestro idioma, resaltando la versión del profesor Emilio Faro, de 750 páginas, y que pueden encontrar en el link que aquí pongo y que también se encuentra al lado derecho de este blog. 

Una muy buena noticia, es que este maravilloso trabajo del profesor Emilio Faro ha sido llevado al audiolibro en forma completa, es decir, las 750 páginas en 6 audios de 5 horas. Aquí les dejo el link, que también pongo al lado derecho del blog.

También se encuentran en YouTube muchas otras versiones del Mahabharata, pero estas dos últimas, la película de Peter Brooks, y el audio del libro de Emilio Faro, me parecen dignas de ser apreciadas, si queremos tener una visión bastante buena del Mahabharata desde el audiovisual.

Para quienes no tienen el hábito o el tiempo de leer, el Mahabarata en medio audiovisual, hará que en pocos días entren en la médula de esa obra divina de todos los tiempos. 


martes, 13 de marzo de 2018

BISHMA


En la entrada anterior hablamos de Satyavati, pero también mencionamos a Bishma, uno de los personajes más importantes del Mahabharata, por lo que vamos a dedicar esta entrada a complementar la biografía del gran Devavrata, como se llamaba antes de su voto de castidad, el gran héroe. 

Recordemos que su madre, Ganga, ahogó a 7 bebés antes de que naciera Bishma. Pero hay una explicación para tan terrible historia:

Cierta vez, los ocho Vasus visitaron al sabio Vashishta. La esposa de uno de ellos se encaprichó con la vaca preferida por el sabio y pidió a su esposo Prabhasa, que la robara. Este cumplió los deseos de su esposa y robó la vaca con la ayuda de sus hermanos. Como consecuencia, el sabio los maldijo a todos a nacer como humanos. Pero ellos imploraron clemencia y el sabio, ablandándose, les permitió que solo vivieran por muy poco tiempo entre los humanos. 

En cuanto al mayor culpable, Prabhasa, el sabio Vashistha no se ablandó, sino que por el contrario, lo condenó a vivir muchísimo más que cualquier otro humano. Se entenderá, entonces, la razón para que los bebés de Ganga murieran casi de inmediato. En cuanto a Prabhasa, para que se cumplirá la maldición, le correspondió ser salvado de la muerte por su padre, Zantanú, y vivir como Devavrata o Bishma.

Entonces, el gran Bishma, conocido entre otras muchas cosas por su desmesurado voto de castidad (ver entrada anterior), también iría a tener una larguísima vida. Bishma no era un humano común. Tal vez no era humano aunque lo pareciera. Cuando Ganga lo llevo con ella después de que Zantanú le salvara la vida, se dedicó a impartirle la mejor educación que pudiera tener un príncipe. Veamos quienes fueron sus ‘modestos’ maestros:

Brihaspati, preceptor de Devas, y Shukracharya, preceptor de Asuras, le enseñaron los deberes de un rey o ciencia política. El sabio Vashishta y Chyavana, el hijo de Bhrigu, le iniciaron en los Vedas. Sanatkumara, el hijo mayor de Brahma, le enseñó las ciencias mentales y espirituales. Markandeya, quien obtuvo el don de la eterna juventud por parte del Señor Shiva, enseñó a Devavrata los deberes de los Brahmanes. Parashurama, de la raza Bhrigu, lo inició en las artes de la guerra. Y, finalmente, pero no menos importante, el dios Indra le entregó a Devavrata el conocimiento de armas celestiales.

El nombre ‘Bishma’ significa “el hombre del extremo juramento”, y fue adoptado después del extremo voto de castidad que hizo, según vimos en la entrada anterior. Este voto impresionó tanto a los dioses, que le fue otorgado el don de tener control sobre el día de su muerte. El otro voto que hizo Bishma, fue el de ver en todo ocupante del trono de Hastinapura a su padre  Zantanú, y servirle a él y al reino como a su propio padre.

Cuando se realizó el Swayamvara de Amba, Ambika y Ambalika, y no fue invitado su hermanastro, el rey Vichitravirya, Bishma montó en cólera y asistió al evento para raptar a las tres doncellas y traerlas ante su hermanastro. Todo esto no sin antes haber  derrotado en batalla a todos los príncipes allí presentes, dentro de ellos Salwa, el prometido de Amba.

Cuando una vez cometido el rapto Amba le confesó a Bishma que ella y el príncipe Salwa estaban comprometidos, Bishma la dejó en libertad. Pero cuando ella llegó ante su prometido, este la rechazó. Así que Amba, presa del dolor, volvió donde Bishma y le dijo que por ser él el culpable de su situación, debería, por lo menos, casarse con ella. A lo que Bishma, por su voto de castidad, se negó. Aquí hay que entender el contexto histórico del Mahabharata, para apreciar la situación infeliz en que se encontró de pronto Amba.

Y se sintió tan absolutamente pisoteada y desventurada, que juró vengarse de Bishma, así se le fuera toda la vida en lograrlo y si no le alcanzara la vida, en su siguiente encarnación seguiría buscando venganza. Así que después de dedicarse por muchos años a poderosísimas disciplinas ascéticas, llamó la atención del Señor Shiva, que enterado de la historia de Amba, le aseguró que en su próxima vida nacería como hombre, que su nombre sería Shikandi, que recordaría su anterior vida y que sería instrumento para la muerte de Bishma.

A pesar de que Bishma era un renunciante, le correspondió criar a sus nietos, los hijos de Dhritarashtra y los hijos de Pandú, es decir, a los Kurus. Dentro de su labor educadora, admitió y acogió a Drona como el instructor de armas y guerra de los jóvenes príncipes, siendo Drona otro de los personajes vitales del Mahabharata. Con el paso del tiempo y ya en su adultez,  gracias al mal corazón de uno de los jóvenes príncipes, Duryodhana, los Kurus se dividieron en los dos bandos que se enfrentaron en la terrible guerra del Kurukshetra: los Kauravas y los Pandavas.

Durante el famoso juego de dados, en el cual de manera tramposa Duryodhana despojó del derecho al trono a su primo Yudhishtira y, entre otras humillaciones, irrespetó a su esposa, Draupadi, y expulsó a los Pandavas del reino, Bishma mantuvo un silencio inexplicable. Por esta razón ha sido duramente criticado y su enorme figura no deja de mostrar esa gran mancha. Pero una de las virtudes del Mahabharata es que sus personajes no son perfectos, ni aun uno solo.  Aunque Bishma puede alegar en su defensa, que había jurado defender al ocupante del trono como a su propio padre. En este caso, el rey ciego Dhritarashtra, padre y alcahuete de Duryodhana.

Durante la guerra, Bishma fue el Comandante Supremo de los ejércitos Kurus. Gracias a su educación y destrezas tanto para la guerra como para la paz y a pesar de ser 5 generaciones mayor que los demás, es decir, el gran abuelo, el padre de todos, no tenía rival que pudiera enfrentarlo. Él solo mataba a 10 mil soldados de a pie y a mil aurigas  diariamente, pero no mataba a ninguno de los príncipes Pandavas, pues su amor por ellos era más fuerte. Ante este hecho, Duryodhana lo criticaba amargamente.

Pero los Pandavas también amaban con todo su corazón al abuelo, y aunque alguno de ellos fuera rival para él, ninguno hubiera atentado contra su vida. Y si alguno hubiera hecho el atentado, con seguridad Bishma iba a sobrevivir, pues solo él podía elegir el momento de su muerte. Así que en determinado momento, la guerra estaba en un punto muerto. Reflexionando sobre este hecho, los Pandavas decidieron consultarlo con el mismo Bishma y fueron a visitarlo.

Bishma lo sabía. Sabía que él era un obstáculo pues ellos no lo iban a matar, y mientras él viviera, la guerra seguiría, así fuera en un punto muerto. Entonces el abuelo, el gran Bishma, el hombre del extremado juramento, hizo algo de acuerdo con su grandeza: les dijo cómo podrían matarlo. Les dijo que si se ponía frente a él una mujer, él bajaría sus armas y entonces podrían eliminarlo.

Amba fue la mujer, aunque ahora era hombre y se llamaba Shikandi. Arjuna, el guerrero más diestro de los Pandavas, puso a Shikandi frente a su carro y fue a enfrentar al abuelo. Cuando Bishma vio a Shikandi, y conocedor de quién había sido él (ella) y de su juramento anterior, no tuvo más remedio que bajar sus armas. Entonces Arjuna le disparó miles de flechas y el gran Bishma, el hombre del extremado juramento, el hombre que podía decidir su muerte, y el hombre sin par en la tierra, cayó abatido y al caer, lo hizo sobre las flechas que tenía clavadas en la espalda y sobre ellas quedó suspendido: quedó yacente en un lecho flechas. Aun así, siguió vivo, esperando la mejor posición de los planetas para desencarnar. Por eso tuvo tiempo de dar sabios consejos a Yudhisthira, entre varios temas, sobre el manejo del Estado y los deberes de un Rey.

Bishma es tomado como ejemplo de la devoción y el sacrificio. La compensación por la acumulación de energía gracias a su voto de castidad fue que se convirtió en el hombre más fuerte de su era (aquí ‘fuerte’ se debe entender no solo respecto a la parte física, sino a la emocional, la intelectual y la espiritual). Tenía todas las condiciones para ser el rey más poderoso de la tierra y combinó en él algo inusual: era a la vez un chatria (guerrero) y un asceta. Es triste ver el espectáculo de un hombre como él vivir una vida solitaria, llena de frustraciones y tristezas. Pero esa fue la maldición que le lanzó el sabio Vashistha en su anterior vida. Pero lo asombroso y ejemplar es que su vida transpiró el Dharma hasta último momento.  

A pesar de su gigantesca talla humana, de ser un erudito, un asceta, un político, un guerrero, cuya vida dedicó al Dharma, no dejó de cometer sus errores: cuando raptó a las princesas, entre ellas Amba; cuando guardó silencio ante el tramposo juego de dados y ante el vilipendio de Draupadi; y el peor de todos sus errores: cuando falló en erradicar el odio que Duryodhana incubó y desarrolló por sus primos los Pandavas. 

Pero en el balance final, fue un bueno y extraordinario hombre, maestro de todos nosotros: de los de su época y de los de la nuestra. Por eso se le conoce también como ‘achraya’ (maestro). ‘Bishmachraya’. Hoy en día hay fiestas religiosas en su honor en la India, y muchas ceremonias auspiciosas para tener un hijo con sus cualidades. Su nombre es muy popular entre los indios, y se han hecho numerosas películas, en la India, sobre su vida.



Artículo adaptado del portal Vyasa Mahabharata in Kannada



sábado, 3 de marzo de 2018

LA PARADOJA DE SATYAVATI

Antes de la guerra, Zantanú era el rey de Hastinapura. Un día que estaba de caza, conoció a la dama más bella que pudiera existir y que estaba destinada a ser la mujer de su vida: La princesa Ganga. En poco tiempo el rey le propuso matrimonio y ella aceptó bajo una condición: que no cuestionara nada de lo que ella hiciera, o de lo contrario lo abandonaría. El rey Zantanú estaba tan enamorado, que no puso objeción alguna y el matrimonio se consumó. 

Al poco tiempo llegó el primogénito y en cuestión de horas, sin que el rey hubiera tenido tiempo de conocerlo, vio cómo su esposa iba hasta el río y allí ahogaba a la criatura. Entonces fue que recordó Zantanú la condición de Ganga, de no cuestionar nada de lo que ella hiciera. Al rey le dolió el alma, y apretando los dientes guardó silencio.

Así continuó la historia, pues llegaron otros bebés que corrieron la misma suerte del primero. Cuando nació el octavo y Ganga iba a ahogarlo, Zantanú ya no pudo más y se interpuso para interpelarla. Ella, cumpliendo su promesa de abandonarlo si él la cuestionaba, se marchó llevándose al niño. Zantanú pensó satisfecho que, al menos, le había salvado la vida al último de sus hijos.

El rey se dedicó a gobernar su reino con sabiduría y fueron pasando los años. Un buen día, volvió Ganga con un muchacho ya crecido. Era el hijo sobreviviente del rey Zantanú, quien exultante lo recibió con todo el amor de su corazón. Ganga retornó a su reino y dejó al rey con su vástago, Devavrata, que tenía inteligencia y destrezas asombrosas; era valiente como nadie más en la tierra, y su conocimiento de las escrituras y de todo lo divino y humano era colosal. En poco tiempo el rey lo designó como legítimo heredero al trono.

Desde que Ganga lo abandonó, el rey Zantanú había llevado una vida de celibato, completamente entregado al gobierno de su reino. Pero ya con la alegría de tener a su hijo consigo y de haberlo designado como su heredero, el rey pareció relajarse un poco, y un día que estaba de expedición por el bosque, a orillas del rio conoció a la segunda mujer de su vida: Matsyagandha. Era la más dulce y hermosa chica que había visto en su vida, y el rey no dudó un momento en pedirla en matrimonio a su padre, que era pescador.

Pero ahora, igual que le había sucedido con su primera mujer, padre e hija pusieron al rey una condición: podía casarse con Matsyagandha, siempre que los hijos del matrimonio fueran los legítimos herederos al trono. 

El rey ya había designado a su hijo Devavrata y no era hombre de ir a cambiar esa designación, así se le partiera el alma, como en efecto se le partió. Al no aceptar esa condición, el amor que sentía por Matsyagandha se le convirtió a Zantanú en un amor fatal, que comenzó a afectar toda su vida. Y esto lo notaron en el reino, sobre todo, sus más allegados, el primero de ellos, su hijo Devavrata.

Devavrata comenzó a investigar y pronto descubrió cuál era el mal que aquejaba a su padre. Entonces fue a conocer a Matsyagandha y se sorprendió al encontrar que era de edad parecida a la suya, no a la de su padre, que ya tenía sus años. Entonces le pidió a Matsyagandha hablar con su padre, el pescador, y los tres conferenciaron. Cuando Devavrata se enteró de la condición que habían puesto al rey y que este no quiso aceptar, les dijo que él tenía la solución: iba a renunciar a su designación como heredero al trono.

Pero padre e hija querían tener todo bajo control, sin que la más mínima posibilidad de perder en el juego fuera a amenazarlos. Así que el pescador preguntó a Devavrata, qué pasaría en el futuro, si alguno de sus hijos (de Devavrata) reclamara su derecho al trono, como nieto del rey Zantanú. 

Entonces Devavrata demostró no solo todo el amor que tenía para su padre, sino su calidad, su fuerza, su entereza, su visión, su sabiduría, su superioridad, su nobleza, en fin, demostró que era un hombre como muy pocos sobre la tierra: solemnemente ante padre e hija hizo el voto de castidad. No solo no se casaría, sino que no tendría relaciones sexuales para que los hijos que hubieren en el matrimonio de su padre con Matsyagandha fueran los legítimos herederos al trono de Hastinapura. Dedicaría su vida solamente al bienestar del reino. Este es uno de los personajes más gloriosos del Mahabharata. Desde ese momento cambió su nombre de Devavrata por el de Bishma. El sexto libro está dedicado a él, el Bishma Parva, dentro del cual está el divino Bhagavadgita.

Entonces Matsyagandha podía casarse con el rey Zantanú. Cuando Bishma le dio la buena noticia a su padre, este tuvo al mismo tiempo una gran alegría por la realización de su amor hacia Matsyagandha, y un gran dolor por la decisión tomada por su hijo. Sin embargo, la vida continuó, el rey se casó con la mujer de sus sueños, que ahora pasó a llamarse Satyavati. Tuvieron dos hijos, Chitrangada y Vichitravirya. Poco después el rey Zantanú, murió.

Pero la muerte siguió rondando a la familia real, pues el heredero, Chitrangada, murió muy joven sin dejar descendencia. Su hermano, Vichitravirya, era débil y enfermizo, pero no obstante, Bishma lo exaltó al trono, aunque quien gobernaba era realmente Bishma. Por su condición física, Vichitravirya resultaba poco atractivo para las princesas casaderas, razón por la cual el reino tenía problemas de continuación del linaje.  

Era costumbre en aquellos tiempos que las princesas escogieran a su esposo en un acontecimiento fastuoso llamado Swayamvara, el que era convocado por el respectivo padre, el rey, suceso al que se invitaba a todos los príncipes en edad de merecer.

Sucedió que el rey de Kasi convocó a un Swayamvara para sus tres hijas, Amba, Ambika y Ambalika, e invitó a todos los príncipes, menos a Vichitravirya, por las razones arriba mencionadas. Esto hizo enfurecer al gran Bishma, quien acudió al Swayamvara y arrollando con su poderío a todos los príncipes y guerreros que allí había, raptó a las tres princesas y las trajo para que casasen con su medio hermano paterno, Vichitravirya. Amba, se negó, y Bishma le permitió volver a casa. Quedaron Ambika y Ambalika, las cuales convivieron con el rey Vichitravirya por poco tiempo, pues este murió, y no dejó descendencia con ninguna de las dos esposas.

Estaba en juego, pues, el linaje real y, además, los planes que Satyavati y su padre habían hecho años atrás respecto a sus descendientes. La situación para la reina madre era paradójica: el heredero al trono de Zantanú, Bishma, había jurado no tener hijos para que los hijos de Satyavati pudieran subir al trono, y ahora resultaba que no había descendientes de Satyavati.

Entonces, la reina madre presa del desespero pidió a Bishma que engendrara hijos en las viudas, pues la ley lo permitía, pero Bishma le recordó su voto de castidad. A lo que Satyavati le replicó airada:
“¿Qué objeto tiene tu voto, cuando mis hijos han muerto y no hay heredero al trono de Hastinapura?”

Entonces, Bishma exclamó:

“Madre, mi voto no fue condicional. Ha sido, es, y será absoluto”.

Entonces Satyavati decidió recurrir a un hijo que había tenido con el sabio Parasara antes de casarse con el rey Zantanú, ese hijo era nadie menos que Vyasa. Le propuso que engendrara hijos en las dos viudas. Pero aquí tendríamos que dar un largo rodeo en la historia y ahora no es necesario. Bastará decir que Vyasa engendró en las viudas a nadie menos que a Dhritarashtra y a Pandú.

Pero volvamos a la situación paradójica en que estaba Satyavati: Impidió que Bishma tuviera hijos para apoderarse del linaje real, y ahora se veía en la penosa situación de que sus hijos habían muerto sin dejar descendencia y se veía obligada a pedir a  Bishma que engendrara, pero este no iba a romper su voto. Y aun los hijos que logró que Vyasa tuviera con las viudas resultaron con graves defectos: Dhritarashtra era ciego y Pandú, con frecuencia, tenía problemas de salud. ¿Al final, qué había obtenido Satyavati?

Es una gran lección. Hacemos planes a corto, mediano y largo plazo. La sociedad nos enseña que si planeamos con juicio y no dejamos nada al garete, las cosas van a salir como las planeamos. Inclusive, como hicieron Satyavati y su padre, si hay que chantajear a alguien o simplemente eliminarlo, es parte del juego. Al menos eso nos enseña, sin decirlo explícitamente, la sociedad en la que vivimos, incluyendo la de la época de Satyavati. ¿Pero, será cierto que todo nos va a salir como lo planeamos? ¿Será cierto que somos dueños plenamente de nuestras vidas y de nuestro destino? 

No se trata de que no planeemos ni calculemos. No. Se trata de que hagamos todos los planes y cálculos necesarios, pero, sobre todo, que actuemos bien, y hasta ahí llega nuestra parte. El resultado no depende de nosotros. ¿Cuál fue el resultado del actuar de Satyavati?  

Para Bishma la situación fue diferente, y debemos estar seguros que un hombre de su sabiduría, sabía que no era dueño de los resultados: Él renunció, por amor a su padre, al trono con todo y lo que implica: poder, relaciones, respeto, oro, fama, etc. Y al final, en el momento del desespero de Satyavati, todo había resultado para Bishma diferente: su pueblo y todos los reyes de la tierra sabían de su renuncia, pero esto no era óbice para que lo aceptaran como el rey sin corona, lo admiraran, lo amaran, lo respetaran, lo acataran y le rindieran todo tipo de honores y tributos. Él, cuando renunció al trono, sabía que era precisamente de todas esas cosas mundanas (pero agradables) que se iba a privar. Pero por sobre todo, sabía que actuaba bien.  

El egoísmo hizo de Satyavati una mujer desesperada y el no-egoísmo hizo de Bishma un hombre grande. Como había jurado dedicarse a proteger el reino de Hastinapura, tuvo que comandar el ejército de los Kurus contra los Pándavas, aunque era el abuelo y padre espiritual de ambas familias. En la guerra, muy a su pesar, tuvo que combatir al lado de los Kurus para proteger el reino, aunque al final no logró evitar la derrota.

Con frecuencia creemos que sabemos lo que queremos y forzamos las situaciones, como pasó a Satyavati. Si ella no hubiera presionado a Bishma y este hubiera sido el rey, quizá las cosas hubieran ido mejor para todos. O quizá no. Pero ese no es el punto. Como dice Vyasa: “El sabio no sufre por lo que sucedió ni se preocupa por lo que va a suceder. El sabio vive en el presente y aprende de los errores pasados, sean propios o ajenos, y siempre lucha por seguir el sendero de la rectitud, o sea el Dharma”. 

“El Mahabharata, en cuanto a las debilidades humanas, es mucho más que cualquier hagiografía o glorificación de simples personalidades humanas. Él nos muestra cuáles son nuestras profundas limitaciones y cómo corregirlas, si es que estamos dispuestos a hacer tan grande trabajo. Nada en la vida llega fácilmente, sin examen o sin determinación. La sabiduría y el conocimiento llegan a aquellos que incesantemente luchan por exceder sus limitaciones personales”.

(Adaptación del artículo de U. Mahesh Prabhu, publicado en el portal Vedic Management Center)

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