lunes, 19 de octubre de 2020

Frases

 

Así como el sol disipa la oscuridad, así el Bharata por medio de sus discursos sobre religión, beneficio, placer y liberación final, disipa la ignorancia de los hombres. 

Por la lámpara de la historia, que destruye la oscuridad de la ignorancia, toda la mansión de la naturaleza es apropiada y completamente iluminada. 

La sabiduría de este trabajo, como un instrumento para aplicar colirio, ha abierto los ojos del mundo inquisitivo, que está cegado por la oscuridad de la ignorancia. 

El árbol del Bharata, inexhaustible para la humanidad como las nubes, será el sustento para todos los poetas distinguidos.

El estudio del Bharata es un acto de piedad. Aquel que lea con fe aunque solo sea un verso, se purga enteramente de sus pecados.

El hombre que con reverencia diariamente escuche esta sagrada obra, adquiere larga vida, renombre, y asciende a los cielos.

domingo, 6 de septiembre de 2020

50 Características de Kali Yuga*



Estamos viviendo la edad de Kali Yuga. Tanto el Mahabharata como el Srimad Bhagavatam nos dan una descripción vívida de esta edad. Muchas cosas las vemos en nuestro derredor y a la vez nosotros mismos nos permitimos algunas de ellas. La siguiente es una lista de algunas características del Kali Yuga o kaliyuga, de acuerdo con estos Shastras (el Mahabharata y el Srimad Bhagavatam):

1. La gente no lo pensará dos veces para cortar árboles y destruir bosques.

2. Todo el mundo comerá la misma clase de comida (no discriminarán en materia de alimentación y hábitos alimenticios) (1)

3. Aunque tengan la apariencia externa de santos, las personas caerán en el comercio y la actividad lucrativa. (2)

4. Durante Kaliyuga, un hombre solo será amigo de su esposa y considerará como sus parientes solo a quienes están relacionados con él a través de su esposa.

5. Cualquier persona que posea dinero será considerada de noble cuna y de buenas cualidades. Aquel que tenga el poder en sus manos será capaz de manipular el curso de la justicia a su favor.

6. Quien carezca de dinero y no pueda sobornar, vivirá privado de la justicia de los tribunales.

7. La gente considerará los cuerpos de agua lejanos como sitios de peregrinación, pero descuidará las peregrinaciones cerca de ellos (por ejemplo, vivir con los padres y servirlos).

8. Los brahmanes comenzarán a efectuar las tareas destinadas a los sudras. (3)

9. Los brahmanes se abstendrán de ofrecer los sacrificios y de estudiar los vedas.

10. Las gentes dejarán de hacer ofrendas a sus ancestros.

11. Los brahmanes comenzarán a comer de todo (no discriminarán en sus hábitos alimenticios)

12. Los hombres tendrán vidas más cortas, serán más débiles de cuerpo y energía, así como menos valientes.

13. Durante el Kaliyuga las mujeres usarán sus bocas para copular.

14. Bajo el peso de excesivos impuestos, los cabezas de familia se volverán ladrones.

15. En los ashrams (4), los Brahmacharis (5) caerán en conductas malvadas y complacerán sus deseos mundanos. Los ashrams estarán llenos de exhibicionistas expertos en el arte de vivir de los demás.

16. Cuando la era del Kaliyuga avance aún más, la gente que sigue el Dharma tendrá una vida todavía más corta.

17. Se venderán bienes con falsos pesos y medidas. Habrá gran cantidad de engaño asociado con el comercio.

18. Hacia el final de Kaliyuga, los jóvenes actuarán como viejos y, por el contrario, la conducta apropiada para la juventud la seguirán los viejos. Los viejos pensarán como niños y los jóvenes tendrán la inteligencia del viejo.

19. En Kaliyuga la verdad decrecerá y a causa de este daño que se hace a la verdad, el lapso de vida se acortará.

20. Las castas de brahmanes, chatrias y vaisyas se entremezclarán y los hijos así engendrados (nacerán) como sudras y estarán desprovistos de (las cualidades de) austeridad y verdad.

21. Por causa de la escasez de vacas, la gente acudirá a la leche de chivo y de oveja.

22. En Kaliyuga se transgreden las reglas sobre lo que se debe comer.

23. Los brahmanes no solo no observarán los votos sagrados, sino que criticarán los Vedas. Engañados por la lógica, abandonarán el culto y el sacrificio.

24. Al final del Kaliyuga el mundo será superado por la conducta de los bárbaros. No habrá ritos ni sacrificios. Habrá infelicidad por doquier y no se celebrarán festivales (religiosos).

25. Los hombres robarán las posesiones de otros, incluso las posesiones de las viudas.

26. Los hombres aceptarán con alegría los obsequios que les sean dados, incluso por demonios.

27. Cuando el fin de Kaliyuga esté cerca, los chatrias serán las espinas del mundo: no protegerán a nadie. (6)

28. Nadie pedirá la mano de una chica en matrimonio; ningún padre dará debidamente a una hija en matrimonio. Cuando Kaliyuga esté en su apogeo, los hombres y mujeres escogerán sus parejas por sí mismos.

29. Los reyes, descontentos con lo que poseen, usarán todos los medios posibles para robar la propiedad de los demás.

30. Cuando Kaliyuga esté en su apogeo, una mano robará a la otra.

31. Los cobardes presumirán de valientes y los valientes estarán inmersos en una cobarde depresión.

32. Durante las etapas finales de Kaliyuga, no quedarán brahmanes, chatrias ni vaisyas. Al final de Kaliyuga solo habrá una varna (8)

33. Las esposas no atenderán a sus maridos. Los hombres y las mujeres comerán todo lo que les plazca.

34. La gente se adornará con las marcas del Sadhu (9), es decir, habrá profusión de falsos sadhus.

35. La comida (preparada) será vendida en las vías públicas (de acuerdo con los shastras vender comida es pecado; esto porque el alimento es sagrado para todo ser con independencia de que tenga o no dinero).

36. Cuando Kaliyuga esté en su apogeo, cada quien actuará como quiera (afecta los derechos humanos).

37. Los brahmanes serán oprimidos por los sudras, y así atormentados los primeros vagarán por el mundo buscando protección.

38. Los sudras harán exposiciones sobre el Dharma (10) y los brahmanes los escucharán y les servirán. Así todo en el mundo estará completamente trastocado.

39. Descartando la adoración a los dioses, se adorarán los huesos puestos en los osarios.

 40. Los hombres serán adictos a la carne y al licor y serán débiles en el Dharma.

41. Las lluvias caerán en las fechas en que no deberían caer.

42. Abrumados por el peso de los impuestos, los brahmanes huirán en todas direcciones.

43. Los amigos y familiares actuarán solo por amor a la riqueza.

44. Las mujeres serán ásperas, crueles y gritonas y no obedecerán las órdenes de sus esposos.

45. Los viajeros en tránsito (huéspedes) pedirán comida y agua pero no las recibirán. Se les negará refugio y se verán forzados a dormir en las calles.

46. Las gentes dejarán sus países y buscarán refugio en otros lugares y así vagarán por el mundo lamentándose.

47. La atracción física entre el chico y la chica y no la familia ni el linaje o la clase social, será el criterio para seleccionar esposo o esposa.

48. Las trampas estarán a la orden del día en las relaciones de negocios.

49. Las habilidades sexuales serán el criterio de excelencia entre hombres y mujeres.

50. La pobreza será signo de maldad.

51. Quien pueda hacer demostraciones ostentosas (de austeridades o poderes ocultos), etc., será considerado un gran Sadhu.

52. Cepillar el cabello y vestirse, serán considerados como sustitutos del baño.

53. El propósito más elevado de la vida será llenar la barriga.

54. Mantener la familia será considerada la más grande habilidad.

55. El Dharma será seguido para ganar fama.

56. No habrá reglas para convertirse en rey. Cualquier brahmán, chatria, vaisya o sudra, dependiendo del que sea más poderoso en ese momento, se podrá convertir en rey. Y los gobernantes serán tan codiciosos, que no habrá diferencia entre ellos y los ladrones.

57. Los hogares serán lugares desolados por la falta del canto de los Vedas y por la ausencia de huéspedes.

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*Kali yuga. Es una de las 4 grandes eras por las que va girando la humanidad. Ya hemos pasado por tres de ellas. Estas eras son:

Satya Yuga.- 1.728.000 años – La espiritualidad domina el mundo. Este Yuga está desprovisto de ignorancia y vicio.

Tetra Yuga.- 1.296.000 años – Se va introduciendo imperceptiblemente el vicio.

Dwapara  Yuga.- 864.000 años. Declina aún más la espiritualidad y la virtud. Al final de esta era ocurrió lo narrado en el Mahabharata.

Kali Yuga.- 432.000 años. El Yuga a que se refiere este artículo. En esta era estamos actualmente, y se caracteriza por el desconocimiento casi total de la virtud; el odio, la envidia, la codicia y la sensualidad dominan el mundo. La espiritualidad está en su punto más bajo y el materialismo en el más alto. Aquí se toca el punto más bajo de la evolución. La siguiente era vuelve a ser Satya Yuga, la que se retomará en un punto más alto aún, pues la humanidad se va perfeccionado en giros espirales.

(1) En tiempos védicos se prescribía una alimentación acorde tanto con las características fisiológicas como de casta.

(2) Había santos en aquellas épocas cuya única actividad era la búsqueda espiritual.

(3) Las castas son: Brahmanas (hombres dedicados a la vida espiritual), Chatrias (guerreros y administradores), Vaisyas (agricultores, comerciantes) y Sudras (sirvientes).

(4) Ashram: lugar de enseñanza tanto religiosa como cultural, en el que los alumnos viven bajo el mismo techo que sus maestros.

(5) Bramacharis: Alumnos del Ashram

(6) Chatrias, la casta de los guerreros y administradores (militares y políticos) cuya función es proteger y ayudar a los demás, se ha desvirtuado totalmente.

(8)  Varna: Casta

(9) Sadhu: Asceta, sabio.

(10) Dharma: Aunque no hay una traducción exacta de este término, en general es una conducta que está de acuerdo con las leyes universales tanto físicas, éticas, morales y espirituales.

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 (Artículo tomado de Exotic India y traducido en versión libre por Helder Morales)

Fuente: https://mailchi.mp/exoticindia/hindu-temple-866753?e=8653d772a7

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miércoles, 5 de agosto de 2020

SELECCIONES DEL MAHABHARATA - 1

Del libro 3, titulado Vana Parva - Sección CXXXI

EL HALCÓN, LA PALOMA, Y EL REY USINARA

Personajes:

Lomasa.- Un sabio que guía a los Pandavas (1) durante su exilio en el bosque.

Yudhisthira.- El mayor de los Pandavas, heredero al trono, despojado de su reino.

Lomasa y Yudhisthira están en lo alto de una colina. El aire es fino y fresco, y desde allí ven innumerables picos nevados que se recortan contra el azul perfecto del cielo; más abajo, entre el verde valle, el discurrir imponente de las plateadas aguas del río Yamuna. Entonces Lomasa dijo:

En este lugar, Oh, Yudhisthira, el rey Usinara, en peregrinaje sagrado, ofreció un sacrificio (2) que sobrepasó en excelencia a los que hacía el mismo rey de los dioses, Indra. Al ver esto desde los cielos, Indra junto con el dios del fuego, Agni, decidieron probar qué tan real era el mérito de Usinara, y en caso de que lo fuere, planearon concederle ricas bendiciones al virtuoso rey.

Todo comenzó cuando un halcón que perseguía a una paloma estaba a punto de agarrarla, pero esta se precipitó buscando protección sobre las piernas del rey Usinara, que sentado sobre una roca contemplaba la  Naturaleza y que de inmediato la protegió entre sus manos. En ese mismo momento, el halcón casi se estrella contra la humanidad del rey, pero lo evitó en último momento con un giro cerrado y un aterrizaje forzado.

El halcón, con las plumas desordenadas, y el rey, con la paloma en sus manos, se miraron tensamente; entonces el ave supo que Usinara no le iba a entregar su presa. Y así le dijo al rey:

“Todos los reyes de la tierra hablan de ti como un gobernante piadoso. Sin embargo, no es piedad quitar el alimento a quien afligido por el hambre busca aquello que las deidades le han asignado como alimento. Me parece que aparentas virtud, cuando en realidad te apartas de ella”.

El rey Usinara, poniéndose de pie y sosteniendo aún entre sus manos la paloma, replicó:

“Oh, distinguida ave: cuando esta paloma, amenazada por ti, temblando de miedo, agitada y pidiendo protección por su vida ha llegado hasta mí, el mérito consiste precisamente en negarme a entregártela. ¿Qué piedad hay en abandonarla a tus garras? Sabes muy bien que todo aquel que mate a un Brahmán (2), a una vaca y niegue protección al que la pida, es igualmente pecador”.

El halcón vio que iba a ser difícil obtener su presa de parte del rey, e inició una estrategia de razonamiento:

“Oh, señor de la tierra; sabes que es del alimento que todos los seres derivan su vida, y es el alimento el que nutre y sostiene a todos los seres. Un hombre puede tener larga vida después de abandonar lo que le es más querido, pero no puede hacer lo mismo después de abstenerse del alimento. Privada de alimento, mi vida, oh, sereno gobernante, con seguridad dejará mi cuerpo y alcanzará regiones donde problemas de nutrición y larga vida son desconocidos. Pero reflexiona un poco sobre las consecuencias, oh, poderoso: con mi muerte, mi esposa y mis hijos con seguridad perecerán, así que, protegiendo esta sola paloma, oh, príncipe, estás destruyendo muchas vidas”.

El halcón caminaba ahora de un lado a otro de una rama, y parecía disertar ante un grupo de alumnos:

“La virtud que impide otra virtud, no es ninguna virtud, sino que en realidad es una injusticia. Pero, atiende bien, oh, rey: solo merece el nombre de virtud aquella que no entra en conflicto con nada ni nadie”.

Y de repente, había adquirido una seguridad que no tenía cuando aterrizó, mientras continuaba hablando al rey:

“Después de hacer una comparación entre virtudes opuestas, y sopesando sus méritos comparables, oh, gran príncipe, uno debe adoptar aquella virtud que no sea contraria a nada. Por tanto, poniendo en balanza las virtudes, debes adoptar aquella que tenga más peso”.

Entonces, el rey, que no se dejaba confundir fácilmente por argumentos en apariencia lógicos, utilizó toda su sabiduría y diplomacia:

“Oh, tú, el mejor de los pájaros; al hablar palabras buenas, sospecho que eres Suparma, el monarca de los pájaros. No tengo la menor duda de que tú eres completamente versado con las formas de la virtud, pues por tu forma de hablar, creo que no hay nada relacionado con la virtud que sea desconocido para ti. –Hizo una pausa, y cuando continuó, golpeó directo al pico con su pregunta-: ¿Cómo puedes, entonces, considerar el abandono de alguien que busca ayuda, como algo virtuoso?”

Ahora el rey miraba fijamente al halcón en espera de alguna señal de comprensión, pero solo había dureza en la mirada del ave. Entonces el rey continuó su alegato, pero planteando una solución:

“Si tus esfuerzos están encaminados solo a la búsqueda de alimento, oh protector de los cielos, entonces puedes apaciguar tu hambre con alguna otra clase de alimento, inclusive más copioso. Estoy perfectamente dispuesto a procurarte cualquier clase de alimento que te pueda parecer más gustoso, por ejemplo una res, un jabalí, un venado o un búfalo”.

Entonces el ave pensó un poco; pareció caer del pedestal de seguridad en que se había subido, pues se posó en tierra, y comenzó a hablar en tono defensivo:

“Oh, gran rey; no deseo comer la carne de un jabalí ni de una res ni de otra especie de bestia, pues bien sabes, oh, gobernante de la tierra, que los halcones, por disposición eterna, solo comen palomas.  ¿Qué voy a hacer con cualquier otra clase de alimento? Por tanto, oh, poderoso chatria (3), déjame esta paloma en especial, la cual hoy los cielos han ordenado que sea mi alimento”

El rey volvió a sentarse sobre la roca y pensativo acariciaba a la paloma. Escuchó por unos instantes el imponente rumor del río Yamuna, y, entonces, al parecer con una mejor idea, volvió a levantarse y dijo al halcón:

“Oh, guardián de los cielos: estoy dispuesto a otorgarte esta rica provincia o cualquier otra cosa que te pueda parecer deseable con tal de liberar de la muerte a esta ave”.

El halcón de nuevo pareció dudar. Al rey se le antojó que ante su ofrecimiento, el ave por fin iba a dar su ala a torcer. Entonces escuchó al halcón con tono sarcástico, decir:

“Oh, gran gobernante de hombres: si has concebido tanto afecto por esta paloma, entonces corta una porción de tu propia carne y ponla en una balanza en contrapeso con la paloma. Cuando el peso de tu carne sea igual al de la paloma, entonces me darás tu carne y quedaré satisfecho”.

Pero al contrario de lo que el halcón pensaba, el rey pareció desembarazarse de un gran peso, porque en un instante  cayó en cuenta de que si la lógica y los razonamientos no habían podido justificar la salvación de la paloma, los hechos, que son los que mueven el mundo, sí la iban a salvar. Entonces, contestó sonriente a su interlocutor:

“Oh, halcón, considero tu petición como un favor que me haces y, por tanto, gustoso te daré mi propia carne después de pesarla en la balanza”.

Diciendo esto, Oh, poderoso Yudhisthira, el muy virtuoso rey tomó un cuchillo y cortó una porción de su propia carne y la puso en la balanza en contrapeso con la paloma. No le importaba el dolor. No le importaba la sangre ni el detrimento de su salud. Pero cuando miró el fiel de la balanza, vio que la carne cortada no era suficiente para igualar el peso de la paloma.

Entonces, una vez más, el rey Usinara tomó el cuchillo y cortó una nueva porción de su carne y la añadió a la primera. El espectáculo era desgarrador para todos los que se habían congregado a observar, pero a pesar del dolor y la sangre, el rey no se quebrantaba.

Entonces Usinara puso otra porción de carne, y otra, y otra, y muy a su pesar no lograba equilibrar la balanza con el peso de la paloma, hasta que ya no le quedaba más carne en el cuerpo, y ya completamente carente de carne, subió a la balanza él mismo, y cuando todo parecía perdido, la paloma y el halcón se convirtieron de repente en Indra y Agni.

El rey, en ese instante, recuperadas sus carnes, cayó al suelo adorando a los dioses, mientras un olor a pétalos se apoderaba de todo el espacio sagrado en que se hallaban. Entonces Indra dijo:

“Vinimos disfrazados a este lugar, donde has hecho espléndido sacrificio con deseos de probar tus méritos. Y Puesto que has cortado la propia carne de tu cuerpo, tu gloria sobrepasará la gloria de todos los demás hombres en el mundo. Todos los hombres conocerán tu fama y te alabarán, y en tanto los hombres sepan de ti, así durará tu gloria, y habitarás en las regiones más sagradas de los cielos”.

Y diciendo esto, los dioses ascendieron a su morada y solo quedó en el aire un aroma celestial.

Y el virtuoso rey Usinara, después de haber colmado los cielos y la tierra con el mérito de sus actos piadosos, ascendió radiante a la región más sagrada del cielo.

Observa, oh rey (Yudhisthira), el lugar donde hizo tan grandes sacrificios y donde después fue probado por Indra y Agni. Aquí, oh, rey, puedes observar cómo hoy día conviven sabios y dioses, junto con virtuosos Brahmanes.

 

(1)  Los Pandavas eran 5 hermanos que lideraban uno de los ejércitos enfrentados en la terrible guerra narrada en el Mahabharata. El otro ejército era el de los Kauravas.

(2)  Brahmán: se refiere a una persona que pertenece a la casta de sacerdotes, la casta más alta de la sociedad hindú.

(3)  Chatria: perteneciente a la segunda casta, o sea, noble, guerrero. En la tradición, la mayoría de los reyes provienen de esta casta.

 

 

 


lunes, 18 de marzo de 2019

Drona y Ekalavya

Libro I - Adi Parva - Capítulo XX

Un día se le acercó a Drona un muchacho de piel oscura. El maestro acharya en ese momento se encontraba solo y cuando el muchacho llegó a su lado, se le postró a los pies y le dijo:

—Mi señor, he venido para que me enseñes a usar el arco. Por favor, acéptame como tu discípulo.

A Drona le gustaron sus modales y mirándole tiernamente le dijo:

—¿Quién eres tú? El joven respondió:

—Yo soy Ekalavya, hijo de Hiranyadhanus, el rey de los Nishadas. Al oír esto Drona se dio cuenta de que no podría aceptarlo como discípulo porque no era un kshatrya y le dijo:

—Hijo mío, aunque me gustaría, no puedo aceptarte como mi discípulo, pues tengo la responsabilidad de entrenar a estos príncipes kshatryas, y tú, Ekalavya, siendo un nishada, no puedes unirte a ellos.

Decepcionado y con el corazón roto el joven nishada, se fue de vuelta al bosque del que vino. No guardaba ningún resentimiento contra Drona, pero se sentía infeliz. Una vez de vuelta en el bosque hizo con barro una figura representando a Drona, le dio forma con sus propias manos. Y a partir de entonces aquella imagen era para él su guru. Diariamente la adoraba y luego comenzaba sus prácticas con el arco. En poco tiempo se dio cuenta que estaba haciendo grandes progresos y ganando habilidad en el uso del arco. Este es el magnetismo del deseo; absorbe para sí todos los pensamientos conscientes e inconscientes de la persona, y en consecuencia, todas sus acciones no son más que los ecos de la voz de su deseo. Y esto fue lo que ocurrió con Ekalavya; su amor por el arco y su amor por su guru, le hacían pensar continuamente en aprender a usar el arco y en nada más. Quería dominar este arte y muy pronto llegó a ser un gran experto.

Una vez, los príncipes kurus y los pandavas fueron de excursión al bosque. Los pandavas se habían llevado a un perro con ellos. Este perro, vagando, se había introducido en el corazón del bosque. Y de repente vio a un hombre extraño que estaba vestido con piel de leopardo y que caminaba como un leopardo. Al verle, el perro pensó que era un animal salvaje, y comenzó a ladrar furiosamente. Este hombre, que no era otro que Ekalavya, el nishada, no pudo resistir la tentación de cerrar la boca del perro con sus flechas. El largo hocico del perro fue cubierto con flechas. Había entrelazado siete flechas como un habilidoso tejedor, de forma que el perro no podía abrir la boca. El animal huyó corriendo de aquel lugar y llegó al campamento de los pandavas. A todos les asombró la forma en que habían sellado su hocico. 

Drona y sus discípulos quedaron maravillados de la habilidad de aquel arquero desconocido que había hecho una obra de arte con sus flechas. Varios de ellos fueron en busca del extraño y finalmente le encontraron. Le preguntaron quién era y él dijo:

—Soy Ekalavya, soy el hijo de Hiranyadhanus, el rey de los Nishadas. Cuando le preguntaron cómo había podido realizar tales maravillas con su arco y sus flechas, Ekalavya sonrió orgullosamente y dijo:

—Es porque soy un discípulo del gran Drona. Todos volvieron al campamento y le contaron aquello a Drona. A Arjuna, el favorito de Drona, no le gustó aquello en absoluto. Se dirigió a su acharya y le dijo:

—Me habías prometido que me harías el mejor arquero del mundo. Pero ahora parece que le has hecho la misma promesa a otro. De hecho él es ya el mejor arquero del mundo.

Drona fue junto con Arjuna a ver a Ekalavya, de quien ya no se acordaba en lo más mínimo. Allí le encontró vestido con una piel de leopardo, estaba de pie con su arco y las flechas en sus manos. Ekalavya vio a su guru y se apresuró a ir hacia él postrándose a sus pies. Sus lágrimas lavaron los pies de su amado guru. Drona estaba encantado con él y le preguntó cuándo se había convertido en su discípulo.

Ekalavya estaba muy feliz de poder contarle toda su historia. Era tan inocente y franco que Drona no pudo evitar sentir amor por él. Ekalavya ni siquiera parecía darse cuenta de que era un gran arquero. Drona reflexionó en silencio durante unos momentos y luego de muy mala gana le dijo:

—Tú proclamas ser mi discípulo, así que lo justo es que te pida una dakshina.

—¡Por supuesto! Me sentiré honrado sí me pides algo —dijo Ekalavya. 

Drona vio la implacable mirada que había en el rostro de Arjuna y le dijo:

—Quiero tu pulgar; el pulgar de tu mano derecha.

Ni un suspiro salió de los labios de Ekalavya. Sonrió y dijo:

—Me siento feliz de darte este dakshina a cambio del arte que aprendí de ti, aquí está.

—Sacó de su aljaba una flecha en forma de Luna menguante y cortándose el pulgar de su mano derecha, depositó el dedo sangrante a los pies de su amado guru.

Drona lo aceptó y Arjuna se sintió feliz. No había nada más que hacer ni que decir, con eso concluía todo. Ekalavya se postró a los pies de su guru haciéndole una salutación y se despidió de él. Drona y Arjuna echaron a andar silenciosamente regresando al
campamento.

viernes, 1 de marzo de 2019

El deseo de venganza de Drona

Libro I - Adi Parva - Capítulo XIX

EN tiempos de su infancia Drona fue compañero e íntimo amigo de Drupada, el príncipe del reino Panchala. Vivían juntos como estudiantes en una ermita. Y en un momento de afecto Drupada le dijo a Drona:

—Eres en verdad mi amigo íntimo. No quiero que nuestra amistad acabe aquí en esta ermita. Soy el heredero del trono de los Panchalas y cuando yo sea rey te tendré conmigo y podremos ser amigos durante toda la vida.

Los años pasaron y Drona se casó con Kripi de la cual tuvo un hijo a quien llamó Aswatthama. La ambición de Drona era convertirse en el mejor de los arqueros de su época. Así que recurrió al gran Bhargava el cual en veintiuna ocasiones había dado la vuelta al mundo destruyendo a los kshatryas. Éste recibió a Drona con afecto y le dijo:

—¿Qué puedo hacer por ti?.

Drona se presentó y le dijo:

—Deseo riquezas.

—Yo no tengo riquezas —dijo Bhargava—, la única pertenencia que me queda es mi cuerpo, soy muy pobre. Drona sonrió y le dijo:

—Mi señor, quiero esa riqueza que tú tienes dentro tuyo, eres el maestro supremo en el uso del arco: quiero ser tu discípulo y aprender de ti.

—Eso es fácil —dijo Bhargava—, te aceptaré como mi discípulo. 

Cuando ya era un maestro y había alcanzado el poder sobre todos los astras, Drona regresó junto a su familia. Su hijo era entonces muy pequeño y estaban en la pobreza total. En una ocasión el niño se acercó a su madre y le dijo:

—Madre, todos mis amigos me hablan de algo que se llama leche, yo quiero de eso, dicen que es muy bueno.

La pobre mujer no sabía qué hacer, pues no tenía medios para satisfacer el deseo de su hijo. En cuanto se lo dijo a Drona éste se puso muy triste. Pero fue entonces cuando se acordó de la amistad que le unía a Drupada, el príncipe Panchala, y le contó a Kripi la promesa que aquél le había hecho.

—Vayamos a la corte de los Panchalas —dijo Drona—, Drupada es ahora el rey; seguro que nos sacará de la miseria librándonos de nuestra pobreza. —Y los tres emprendieron camino rumbo al país de Panchala.

Drona fue a la corte de Drupada y solicitó una audiencia con él. Cuando por fin fue recibido le dijo:

—Yo soy Drona, tu compañero de infancia. Supe que habías sido nombrado rey y por eso he venido. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste cuando vivíamos juntos en aquella ermita?. Dijiste que nuestra amistad duraría para siempre y me prometiste que compartirías tu reino conmigo cuando fueras rey. Yo no quiero tus tierras ni tus riquezas, sólo he venido a ti como un amigo para estar contigo. Permanezcamos juntos para siempre.

Drupada había cambiado mucho. Ya no era la misma persona que hacía años había hablado tan dulcemente con Drona. Sus riquezas y el hecho de ser rey, le habían convertido en una persona orgullosa. Ebrio de poder se rió de Drona y le dijo:

—Me hace reír oírte hablar así; un pobre brahmín de quien fui amigo en mis tiempos de estudiante reclamándome ahora su amistad. ¿Acaso no sabes que la amistad sólo es posible entre dos iguales? Sólo dos pobres pueden ser amigos, e igualmente sólo dos ricos pueden ser amigos. Esta extraña amistad a la que te refieres no puede existir, es sólo un sueño. Por favor vete de aquí y no vuelvas a molestarme con tus cuentos de una fantasiosa promesa hecha hace ya mucho tiempo.

Drona, tras aquel insulto permaneció en silencio por unos momentos, y luego se dio media vuelta y se fue enfurecido sin decir una sola palabra. En esos momentos de silencio, Drona había decidido que en el futuro habría de vengarse de ese rey arrogante cuyo orgullo le había cegado hasta el punto de olvidarse de su promesa, insultándole en cambio.

Así pues, como venganza, Drona decidió entrenar a un joven kshatrya en el uso del arco, para ser el instrumento mediante el cual él vería realizado su sueño. Y se puso en camino de Hastinapura. Había oído que Kripa, el hermano de su esposa, era el tutor de los jóvenes príncipes de la casa de los kurus, y sintió que por ahí había una posibilidad de ver realizada su venganza.

Drona estaba muy contento por la forma en que Bhishma le había recibido a su llegada a Hastinapura. Le contó el insulto que había recibido del rey Drupada y su deseo de venganza mediante un joven arquero a quien él quería entrenar personalmente.

Bhishma le dijo:

—Has llegado al lugar correcto. Soy tutor de más de un centenar de nietos deseosos de aprender a usar el arco. Me honraría y me alegraría mucho que pudieras encargarte de la tarea de entrenarles hasta hacer de ellos verdaderos kshatryas.

Drona se sintió muy complacido y aceptó la oferta. Bhishma llamó a todos los muchachos y los confió a la tutela de Drona, a quien le dijo:

—Desde hoy en adelante son tuyos. Tuya es la tarea de educarles hasta que sean hombres, verdaderos hombres.

Los años pasaron y los príncipes fueron aprendiendo el uso de las diferentes armas, llegando a ser auténticos expertos, pero Arjuna en especial se había convertido en el favorito de Drona. Su amor por el arco, su incesante práctica, su extrema paciencia y su dedicación a sus estudios y a su guru, junto con su naturaleza encantadora, se habían ganado el corazón de Drona llegando a serle más querido que su propio hijo. En una ocasión Drona le dijo a Arjuna:

—Te prometo que haré de ti el mejor arquero del mundo.

Una vez, mientras Drona se estaba bañando en el río Ganges, fue atacado por un cocodrilo, el cual le tenía cogido por una pierna. A pesar de que se hubiera podido desembarazar del cocodrilo por sí mismo, no lo hizo porque quería probar el valor de sus discípulos. Y comenzó a gritar:

—¡Salvadme! ¡salvadme de este cocodrilo!

Incluso antes de que acabara de pronunciar estas palabras, Arjuna ya había sacado una de sus agudas y rápidas flechas dando muerte con ella al cocodrilo, a pesar de que estaba debajo del agua. Drona estaba tan complacido con Arjuna que le enseñó el gran astra llamado Brahmasirsha. Le enseñó cómo lanzarlo y cómo retirarlo, advirtiéndole además sobre un detalle, le dijo:

—Este astra es demasiado poderoso para usarlo sobre ordinarios mortales. Si es lanzado en vano sobre una persona cualquiera, destruirá el mundo entero. Sólo se debe usar contra un rakshasa o contra un deva pervertido que esté causando estragos entre los hombres, sólo entonces.

Arjuna lo aceptó con gran gratitud y humildad.

domingo, 10 de febrero de 2019

Drona Llega a Hastinapura

Libro I - Adi Parva - Capítulo XVIII

BHISHMA había asignado a Kripa la labor de educar a los príncipes en el uso de las
diferentes armas. Había sido criado en la corte del rey Santanu, el cual le había
encontrado en el bosque junto con su hermana melliza un día que había salido de
caza. Compadeciéndose de ellos, los trajo al palacio y les puso los nombres de Kripa,
a él, y Kripi a su hermana. Eran hijos del gran Gautama. Kripa había aprendido a
usar las armas y Bhishma pensó que él era la persona adecuada para hacer de tutor
de los jóvenes príncipes. Por lo cual, los hijos de Dhritarashtra, los hijos de Pandu,
y los jóvenes príncipes de la casa de los Vrishnis, Bhoja y Andhaka que vinieron a
Hastinapura aprendieron de Kripa el uso del arco y otras armas de guerra. Cuando ya
habían aprendido suficiente, Bhishma pensó que deberían recibir un entrenamiento más
especializado de un maestro más capacitado.

Un día los muchachos estaban jugando a la pelota. Y ocurrió que jugando se les
escapó la pelota y fue a parar al fondo de un pozo cercano. Los muchachos se quedaron
algo frustrados ante tal contratiempo, pues ya no podían seguir jugando. Pero un hombre
que les observaba desde cierta distancia, viéndoles confusos, se les acercó y les dijo:
—Evidentemente no conocéis el uso del arco y la flecha pues si supieseis usarlos no
habría razón para estar tan desalentados. Los jóvenes, un poco ofendidos, le contestaron:

—Sí que sabemos. Además, ¿qué tiene que ver eso con nuestra pelota?

—Os mostraré —dijo el extraño, y sacándose el anillo del dedo lo tiró dentro del pozo,
poniendo a continuación una flecha en su arco. Los muchachos le miraban con ojos de
asombro. El hombre la disparó rápidamente atravesando el anillo y clavándola luego
en la pelota. A continuación siguió disparando flechas que sucesivamente se fueron
clavando unas en otras hasta formar una hilera, luego, tirando de ésta, les devolvió
la pelota a los muchachos y se puso el anillo en el dedo otra vez. Los muchachos se
quedaron atónitos, pues jamás habían visto cosa igual y llenos de admiración por aquel
extraño le dijeron:

—Por favor dinos quién eres. El extraño les sonrió y les dijo:

—Id y decidle a Bhishma, vuestro abuelo tutor lo que ha pasado aquí. Él sabrá quién
soy.

Los muchachos fueron corriendo al palacio de Bhishma y le contaron lo que había
hecho aquel hombre maravilloso. Bhishma enseguida supo quien era. No podía ser otro
más que Drona, el esposo de Kripi. El gran Bhargava había sido su maestro en el uso del
arco. Era el hijo de Bharadwaja, el gran sabio.

Bhishma sintió que por fin había llegado el tutor apropiado para aquellos muchachos.
Fue a toda prisa a encontrarse con Drona y con el debido honor le dio la bienvenida a
Hastinapura.

domingo, 28 de octubre de 2018

Satyavati y Bhishma

Libro I - Adi Parva - Capítulo 9


SATYAVATI Y BHISHMA

EL matrimonio de Vichitravirya con las dos princesas, Ambika y Ambalika, se había celebrado de acuerdo a lo decidido. Bhishma seguía cumpliendo las funciones de regente, por lo cual el príncipe pasaba todo el tiempo en compañía de sus encantadoras esposas libre de responsabilidades. Pero el destino le sorprendió de nuevo, pues el joven príncipe contrajo una enfermedad muy maligna, la cual, a pesar de los esfuerzos de los médicos consumió la vida de Vichitravirya hasta causarle la muerte.

Satyavati estaba profundamente consternada por tal calamidad. La pérdida de sus dos hijos fue muy dura para ella, pero lo que más le atormentaba era que la casa de los kurus se quedaba sin heredero al trono; esto fue lo que le rompió el corazón. Y después de pasarse horas pensando sobre la manera de reavivar la llama que se extinguía, llamó a Bhishma a su presencia y le dijo:

—Mira lo desdichada que soy, hijo mío. He perdido a mi querido señor, que ha ido a reunirse con sus antepasados. Yo podía sobrellevar esta pérdida porque él había alcanzado ya una edad avanzada y es normal que un anciano se muera. Pero luego Chitrangada murió y antes de que yo pudiera aceptar esa pérdida que casi me mata, me encuentro con la muerte de Vichitravirya. La única esperanza de la casa de los kurus ha sido destruida en la flor de la juventud. Estoy desesperada. El linaje debe ser continuado y he decidido lo que debe hacerse; sé cómo continuar la línea de los kurus. Te corresponde a ti reavivar de nuevo este linaje.

Bhishma estaba sorprendido. Le dijo:

—Madre, ¿cómo puedo yo, siendo célibe, continuar el linaje?

Satyavati le respondió:

—Mi hijo Vichitravirya murió sin dejar un hijo. Sus dos viudas, a quienes tú trajiste para él son todavía jóvenes y tienen insatisfechos los deseos de sus corazones. El único Dharma evidente para mí es éste: debes tomarlas y hacerlas madres de los futuros vástagos de la casa de los kurus. Debes hacer esto para que el linaje pueda continuar. Esta regla fue seguida por muchos de tus antepasados y es la única manera. Debes tomar las viudas de tu hermano y tus hijos serán los verdaderos descendientes de Kuru. Es tu sagrada obligación hacer esto.

Atónito por esta absurda propuesta, Bhishma le respondió pacientemente:

—Madre, estás afligida por el dolor de la pérdida repentina de tus hijos y por eso me propones tal cosa. No hay duda de que existe una regla como la que tú dices. Lo sé. Y es una regla aprobada por las costumbres, pero, madre, no me parece correcto que me pidas a mí que haga tal cosa cuando tú sabes bien que he jurado renunciar al trono y a la vida de casado. Lo hice por ti y estoy seguro de que no lo has olvidado. ¿No recuerdas el terrible juramento que hice?. Juré que en esta vida mía no habría lugar para una mujer y ahora tú me pides que tome las viudas de mi hermano. En verdad te ha afectado la muerte de tu querido Vichitravirya, de otra forma no me habrías hecho tal sugerencia. Yo estoy muy apenado por ti, pero por favor, no me pidas eso.

Satyavati dijo:

—Recuerdo bien las circunstancias en las cuales pronunciaste este voto en favor de tu padre y mío. Pero ahora las circunstancias han cambiado, pues el voto lo hiciste para que un hijo mío pudiese ser el rey. Ahora mis dos hijos han muerto, lo cual es una amenaza de extinción para nuestra raza. Es por eso que como último recurso te pido, que hagas eso. Yo soy tu madre y es tu deber complacerme, así pues debes obedecerme. Este Dharma es mucho más importante que cualquier voto que hayas hecho.

Bhishma tuvo su temperamento bajo control hasta este momento, pero no pudo contenerse más. Tal vez recordó los acontecimientos pasados como un paisaje que se refleja en una gota de rocío. Su madre Ganga; su feliz infancia con ella en los cielos, su educación, primero en ciencia política con Brihaspati y Sukra y después su aprendizaje de los Vedas y Vedangas con Vasishtha. La mente de Bhishma recorrió los días en que estuvo con su guru Bhargava aprendiendo el uso del arco. Su madre le había hecho aprender todo esto porque quería que fuese un digno hijo de la casa de los kurus y
que se convirtiese en el rey ideal. ¡Cuántas veces le había dicho eso!. Su mente voló a los días felices que pasó con su padre en perfecto compañerismo. Se habían hecho camaradas. Su padre le amaba perdidamente y él a su vez tenía devoción por Santanu. Bhishma había sido coronado como heredero al trono y entonces, como salida del aire, apareció Satyavati. Para agradar a su padre y satisfacer la avaricia del padre de ella, renunció a todo lo que era hermoso en este mundo. Fue en aquel momento cuando, aún siendo joven, envejeció de repente. Desde entonces ya nada había que pareciese merecer la pena. Conformó su vida a un esquema de blanco y negro. Después vino Amba, el hilo carmesí que entraba y salía de la trama blanca y negra que había tejido para sí y causó tantos problemas. Él no quiso tomarla porque no podía. Él rompió su corazón y arruinó su feminidad por el terrible juramento que había hecho. No había obedecido a su guru, Bhargava, cuando le pidió tomar a Amba. Y ahora, después de todo aquello, su madrastra le “ordenaba” ¡tomar las viudas de su hermano muerto!.

Toda su ira se desató y, temblándole la voz de furia, le dijo a su madre:

—Madre, tú no conoces la fuerza de mi mente ni la firmeza de mi Dharma, de hecho no me conoces en absoluto. Nada logrará que yo haga lo que me ordenas. La tierra puede perder su perfume, el agua su dulzura, el Sol puede perder su brillo y la Luna su fresca blancura; incluso el Señor Dharma puede abandonar su Dharma, pero yo jamás me apartaré del camino de la verdad. La Verdad es para mí más que todas las promesas de recompensa en el Cielo. Nada me hará cambiar: ni siquiera tú con el poder que tienes sobre mí como madre. Por favor abandona ese absurdo deseo.

Dos grandes epopeyas de la India y del Asia Sudoriental

EL MAHABHARATA Y EL RAMAYANA por Arthur L. Basham* (Extracto de un artículo publicado en la revista El Correo de la UNESCO, Diciembre de 1...